Por qué queremos tanto al Fabril

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

30 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En A Coruña tenemos unos nombres muy resistentes. A veces los nombres de las cosas siguen ahí cuando las cosas hace tiempo que ya se han dado de baja, como los troles. De pronto viene alguien y le cambia el nombre a algo, por la razón que sea, y la ciudad mira para otro lado, porque no le importa demasiado la oficialidad, sino el uso y costumbre de la calle, que no entiende de moquetas, sino de aceras y buses.

Al Hospital A Coruña, pongamos por caso, hay mucho resistente que todavía hoy le llama la Residencia, y cuando lo meten para dentro dice que le ingresan en la Residencia, sin más, porque no es que no haya llegado a llamarle Hospital A Coruña, sino que por el camino también se saltó varias denominaciones oficiales, desde el Canalejo hasta el Chuac. Nada de eso dejó huella en la resistencia coruñesa, que siempre le ha llamado Residencia a la Residencia.

Algo así nos ha pasado con el Fabril, al que en los años noventa alguien ordenó llamarle Deportivo B, por si había alguna duda de que era el filial del Dépor, por si algún funcionario remolón no lo tenía claro y traspapelaba un expediente. Pero, claro, el Fabril ha seguido siendo el Fabril para todos nosotros, porque a ver quién corea «Dépor B», y sobre todo porque eso de B suena demasiado a la caja B de la política, de la que nadie se quiere acordar un domingo a mediodía en las gradas de Abegondo o Riazor.

Así que el Fabril sigue siendo el Fabril. Y fue el Fabril el que el domingo metió a diez mil personas en el estadio para ascender a Segunda B. Al Fabril lo queremos tanto o más que al Dépor porque cuando éramos unos críos y el Fabril aún era el Fabril y no el Deportivo B, jugaba un domingo sí y otro no en Riazor, así que el primer partido de fútbol que uno iba a ver en su vida, cruzando la avenida de La Habana de la mano de su padre camino de la Grada Elevada, era un Fabril, y no un Dépor, que para eso ya habría tiempo.

Al Fabril lo queremos tanto por cosas como esa. Y porque antes incluso de que fuese filial del Dépor tuvo en sus filas a un tal Luis Suárez, que a día de hoy sigue siendo el único español con balón de oro en la estantería de la salita. Casi nada.

Al Fabril lo mimamos mucho porque nos devuelve a Segunda B y nos recuerda que no siempre fuimos grandes, no siempre hubo seis trofeos en las vitrinas de Riazor, y porque aún tenemos en la memoria muchos Dépor-Sestao como para creernos que siempre hemos desayunado nécoras y títulos.

Por eso, porque el Fabril nos dice al oído que no olvidemos de dónde venimos, lo queremos tanto o más que el Dépor (que ya es querer) y por eso el domingo diez mil resistentes fuimos tan felices con los goles de Borja y Álvaro.

Por todo esto, y muchas otras cosas que ya no me caben, el Fabril siempre será el Fabril.