La mitad de las casas del Agra de los Mallos tienen tapias «antiokupas»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Alberto Mahía

De las seis viviendas unifamiliares que hay, una está okupada y tres selladas con cemento

23 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Agra de los Mallos es una calle pequeña, de apenas seis casas antiguas y unifamiliares. Solo dos fueron reformadas y están habitadas por sus titulares, vecinos que llevan los recibos al día y que duermen con un ojo abierto porque junto a ellos vive gente «peligrosa». Unos llevan un año y los otros vienen y van. Son viviendas que presentan un aspecto de total abandono y que han sido okupadas «millones de veces», cuentan los vecinos. La última en ser tomada por la fuerza fue el número 8, de donde la semana pasada la policía se llevó al okupa después de que este amenazase a todo el vecindario.

El sábado fue puesto a disposición judicial y el juzgado de guardia lo puso en libertad con cargos de amenazas y usurpación. Cuando se lo llevaban esposado, gritaba que volvería a rendir cuentas al barrio. No lo ha hecho. Pero eso no ha tranquilizado a los vecinos. Temen que regrese.

La propietaria tapió puertas y ventanas al día siguiente para evitar una nueva entrada. Hizo lo mismo que los dueños de otras dos casas, que las blindaron con cemento hace un tiempo después de ser okupadas «millones de veces».

De los seis inmuebles que se levantan en la calle, a día de hoy solo uno está okupado. Allí hace un año que una familia de seis miembros -un matrimonio de ancianos, tres hijos y la pareja de uno de ellos- se asentó en la casa abandonada. Los vecinos del barrio no están nada contentos con ellos. Insultos, amenazas y vejaciones son habituales. «Hacen sus necesidades por todos lados y, como no tenemos alcantarillado, en cuanto hace un poco de calor esto huele que apesta», reporta una mujer, la más indignada con la presencia de esta familia en la zona: «No los quiero aquí, y punto».

La casa okupada se encuentra en un estado ruinoso. Las personas que viven en ella quitaron el precinto de la Policía Local que la rodeaba. Desde entonces, han instalado en la entrada del inmueble todo tipo de objetos para subsistir, como una nevera o una cocina portátil. «El señor mayor se pasa el día entero sentado en la puerta y por allí pasa y entra de todo», denuncian.