«Las comunidades locales no tienen voz y probablemente tengan algo que decir»

mONTSE CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

El científico andaluz estudiará el impacto social de la política ambiental en espacios protegidos del Eume y Carnota

19 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Con su incorporación como investigador a la Universidade da Coruña (UDC) el próximo 2 de mayo, el científico sevillano José Antonio Cortés volverá al lugar donde hace 15 años acabó de cuajar su vocación profesional. En Muxía, enero del 2003, marea negra del Prestige, miles de voluntarios y entre ellos un estudiante de Ciencias Ambientales que descubre sobre el terreno la dimensión social de la disciplina que lo llevó a elegir la carrera y, en ese momento, tanto extraña en las clases.

-Dábamos mucha biología. Nos enseñaban los elementos químicos que ayudan a disolver el chapapote, pero no respondían a la pregunta que yo me hacía, que era ¿por qué hay chapapote en la playa? A eso responde la antropología social y aquella semana en Muxía hizo que cristalizara esa inquietud que después canalicé a través de la tesis y mis trabajos de posgrado.

-Sobre los conflictos entre la población de espacios naturales protegidos y las políticas de conservación.

-Sí, analizamos las tensiones, los problemas, la transformación en el día a día de la vida de los vecinos tras la expansión de las políticas de conservación a finales de los años ochenta. Y a partir del 2008, cuando dejo el campo -esta es una expresión que utilizamos con frecuencia-, analizamos el cambio de modelo que se produce como consecuencia de la crisis, con la desinversión y los recortes por parte de la Administración pública y la aparición de iniciativas privadas, el ecoturismo, las neoruralidades, una multiplicidad de colectivos que también traen una forma nueva de relacionarse con el medio y nuevas tensiones.

-¿Investigar el impacto de las políticas comunitarias amplía las fuentes de financiación?

-La verdad es que no. Dentro de la antropología social tienen las mismas posibilidades que otros proyectos sobre cuestiones de género o cualquier otro tema. Casi nulas. Haber sido seleccionado por el InTalent [programa de captación de investigadores de la UDC financiado por Inditex] significa muchísimo. Los estudios cualitativos apenas reciben fondos.

-¿Cuál es la diferencia?

-No trabajamos con números. La metodología está orientada a conocer la realidad que estudiamos en profundidad y eso no se consigue haciendo encuestas. Hay que pasar mucho tiempo allí para entender la complejidad y los factores que intervienen, por ejemplo, en una posición a favor o en contra de las políticas de conservación. Cuestiones como el uso tradicional de la tierra o los recursos, la identidad, la pertenencia a un grupo social, el acceso a la propiedad (limitado a las mujeres, por ejemplo), los sentidos y los significados, los afectos... Aquí no se trata de esperar a que un reactivo funcione en el laboratorio.

-¿Qué comunidades estudiará en Galicia?

-La reserva marina de Os Miñarzos, creada a iniciativa de la cofradía de pescadores de Lira (Carnota) y sobre la que ha trabajado mucho el antropólogo de la UDC Antonio García Allut, que de alguna manera me la propuso, y el parque de las Fragas do Eume, un espacio en el que también se desarrollaron procesos de participación para elaborar en este caso el plan rector de uso y gestión, y que es emblemático en Galicia. Estamos hablando de gestión sostenible de los recursos como imperativo político y hay ahí comunidades locales que no tienen voz y probablemente tengan algo que decir.

«Cuando yo acabé el doctorado la única salida era irte al aeropuerto»

«Saber cómo hablar, con quién hablar, cómo escuchar y a quién escuchar» es una herramienta metodológica de la que se sirven los antropólogos para arrojar luz sobre una realidad -«específica, la realidad nunca es abstracta», advierte el investigador- que con frecuencia queda fuera de los grandes programas sobre gestión sostenible de los recursos. «En el papel son estupendos, pero no plantean las problemáticas sociales de la gente que vive en esos espacios. Entender en profundidad esas tensiones y darles voz es fundamental para que los planes funcionen y ahí reside la importancia de las investigaciones en ciencias sociales», explica el experto.

José Antonio Cortés inicia en la UDC un trabajo de tres años que vierte en Galicia la experiencia adquirida en sus estancias en el extranjero, un período forzado por la crisis -«cuando yo acabé el doctorado la única salida era el aeropuerto»-, del que regresó con un currículo excelente, pero curtido en la batalla perpetua del joven investigador. Concursos, publicaciones, proyectos en el mejor de los casos. «La situación es de castigo total, de recursos mínimos, de sobreexplotación, de inseguridad, precariedad... El 90 % de las solicitudes que presentas acaban en no. Esa es la regla general». En su caso la proyección internacional tuvo que superar rachas de más de un año en Londres apurando el dinero que le quedaba de un premio español, el más prestigioso en su disciplina, ya desaparecido, antes de recibir la beca Marie Curie, «que es como subir cuatro peldaños de golpe». En el 2016 decidió volver a casa. Galicia, después de más de cuatro años en el norte de Inglaterra, «es el trópico», dice el sevillano.