El antiguo Santiago Apóstol volverá a tener entrada tras más de dos años del derrumbe

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

paco rodríguez

Usuarios del centro para discapacitados salvan desde finales del 2014 una cuesta impracticable para sillas de ruedas

22 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«¡Menos mal que es un centro para personas con problemas de movilidad!», ironiza Ángeles Liste, portavoz sindical. En el Centro de Atención a Persoas con Discapacidade (CAPD), el antiguo colegio Santiago Apóstol, se ve por fin semilisto el vial principal de acceso, aquel que se desplomó en el ya lejano 17 noviembre del 2014 y que, desde entonces, ha dificultado todavía un poco más el acceso a los usuarios.

Aunque desde hace aproximadamente un mes «las obras vuelven a estar paradas», señalaron desde UGT. La Consellería de Política Social aseguró ayer que «están próximas ao seu remate e pendentes de recepción». Parte del proyecto, cuyo contrato se publicitaba ayer en el DOG a pesar de estar firmado desde el 6 de mayo del 2016, incluía la demolición de un ruinoso pabellón del complejo de As Xubias, el denominado edificio G, donde ya solo queda la explanada.

Las obras, en las que Política Social invirtió casi 313.000 euros, se iniciaron el 2 de julio del año pasado, un retraso que, según señaló, se debió «á propia tramitación administrativa do proxecto e logo de que se levasen a cabo as actuacións de emerxencia necesarias para garantir a seguridade dos usuarios en tanto non se puideran comezar as obras de reconstrución do vial e demolición do edificio». Por una u otra razón, la burocracia administrativa, con un cruce incluido de acusaciones mutuas entre Xunta y Ayuntamiento por la demora en las licencias, fueron retrasando la faena mientras la rampa principal de acceso continuaba por los suelos.

Ahora, los usuarios del CAPD (unas 90 personas en la residencia y otras 12 en el centro de día), así como del colegio de educación especial María Mariño, y los afectados por daño cerebral que acuden a Adaceco, empiezan a ver más cerca un acceso normalizado tras más de dos años a la espera. Desde aquel lejano noviembre del año 2014, y tras el asfaltado municipal de urgencia de un camino vecinal, cada día vienen salvando otro obstáculo más: el de una entrada en pendiente que se informó que iba a ser provisional y en la que no tienen ángulo de giro los autobuses, de modo que los pasajeros, muchos en silla de ruedas, solo pueden entrar en microbús o vehículos particulares. Además, esa rampa impracticable para personas con movilidad reducida desemboca en un firme intransitable que, en dos largos años, tampoco les ha facilitado llegar a su centro de referencia.