Alcalde viajero, oposición «teatreira»

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

La publicidad que los socialistas han dado a su reunión con el PP indica que el riesgo para el regidor es aún bajo

19 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado dos semanas desde que Xulio Ferreiro perdió la confianza del pleno, pero en A Coruña la escena política apenas se ha movido un milímetro. A un lado está el «alcalde viajero que solo se mueve para ir a cosas rebeldes», así definen en el PP a Ferreiro. Al otro están los populares y los socialistas, caracterizados como la «oposición teatreira» entre los cuadros del BNG.

La peor crisis no política que ha afrontado el gobierno local en dos años ha sido la caída de la cubierta de Riazor. No por el incidente en sí, sino porque fue el equipo de Ferreiro el que acordó con la empresa Dragados que no hiciese una obra contratada en el 2015, antes de su llegada a la alcaldía. Una obra viable según seis informes posteriores, entre ellos uno de la Universidade, pero a Dragados incluso se le devolvió íntegra la fianza de más de 100.000 euros que había depositado cuando logró el contrato.

El incidente provocó un aluvión de críticas de la oposición, en especial del PP, y agrió las relaciones con el Deportivo. En medio de la crisis, el alcalde convocó una reunión con la dirección del club para abordar el futuro del estadio, en el que tiene previsto invertir más de siete millones de euros. Será probablemente la mayor obra del mandato. Pero el regidor se ausentó para ir a Lugo, a una reunión de trámite del Eixo Atlántico, lo que provocó que el presidente del Dépor, Tino Fernández, se plantase.

Al día siguiente volvió a ausentarse para ir a Valencia a firmar una declaración junto a otros regidores de la nueva política, de ahí lo de «alcalde viajero». A primera hora de esa mañana del jueves había presentado a los portavoces municipales, en una reunión que apenas duró 20 minutos, un informe de la UDC sobre otra Declaración, la de María Pita. El gobierno local la presentó en su día como una ambiciosa plataforma de lanzamiento del área metropolitana. Pero según la Universidade, y los técnicos municipales, no tiene peso jurídico para impulsar proceso alguno.

Además de no ir a la reunión con el Dépor, el alcalde tampoco participó en la negociación de los presupuestos con el PSOE. No fueron unas reuniones cualquiera, el presupuesto del segundo año es el más importante del mandato y estaba en juego la relación a largo plazo con los socialistas y la cuestión de confianza. El asunto quedó en manos de su hombre de confianza, Iago Martínez, considerado dentro del PSOE como «un dinamitero». El resultado es bien conocido: ruptura unilateral del pacto con los socialistas por parte la Marea y cuestión de confianza.

Entre los viajes a Lugo y a Valencia se enconó otra crisis abierta con la caducidad de las licencias de Náutica, que ha soliviantado al sector de la construcción. Hubo un pequeño avance en el futuro de la intermodal, al aceptar el gobierno local la propuesta de la Xunta para desbloquear la obra. No ocurre lo mismo con Alfonso Molina, donde el gobierno local insiste en que se aplique su plan para «humanizar» la avenida, un plan que Fomento considera en gran parte inviable.

El milímetro que se movió fue la reunión de El Corte Ingles entre la popular Rosa Gallego y los socialistas José Manuel García y Florencio Cardador. El encuentro nunca tendría que haber tenido lugar, si Cardador hubiese mantenido su anuncio de que no hablarían con el PP, repetido una y otra vez tras la cuestión de confianza. Claro que Cardador también insistió en que tanto ellos como Gallego habían descartado la moción de censura. Lo que entra en contradicción con lo que se dijo ese mismo día: que el asunto ni se había tratado en la reunión.

Más que el contenido, lo importante del encuentro es que se supo de inmediato por múltiples fuentes y se dieron detalles de lo ocurrido, especialmente por parte de Cardador. Si se cumple la vieja máxima de que en política solo salen las negociaciones discretas, lo de El Corte Inglés fue teatro, como dice el Bloque, y Ferreiro puede dormir tranquilo.