¿Quién dijo frío?

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

18 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha llegado el momento: no cojan el ascensor. Y no es un consejo de médico ni de entrenador personal para ejercitar el trasero y mejorar nuestras pulsaciones. Huyan de los ascensores porque hoy llega una masa de aire polar continental y peor que la amenaza de que se nos congelen las ideas es la de sufrir infinitas conversaciones sobre el tiempo en el ascensor. O en la mercería.

Porque debe de ser intrínseca al coruñés la defensa a capa y espada del buen tiempo. Da igual que avances por el paseo marítimo y al subir hacia la Casa de los Peces camino de la Torre tus propias lágrimas no te dejen ver por culpa del viento helado. Está un día precioso. O que en el mes de enero entrar en el agua en Riazor se adivine como lo más parecido a caminar sobre cristales rotos. El agua está buenísima. Siempre. Una docena de veteranos impenitentes y sanísimos no pueden estar equivocados.

Desde el otoño, esa estación irreconocible por la falta de lluvia y los días de sol que nos han hecho olvidar que en alguna parte del armario había un abrigo, el cambio climático ha venido a dar la razón a los defensores acérrimos del tiempo local. Que no voy a discutirles que da gusto, oigan. Pero de ahí a asegurar que tenemos mejor tiempo que en Canarias...

Qué frío hace hoy, me dice la dependienta de la mercería mientras busca un cordoncillo blanco. Horrible, le contesto. Hacía más frío por la mañana, tercia otra clienta. Si no digo yo que no, aclara la dependienta mientras mide sin mirar con sus manos expertas, pero hace frío. Pero mucho más por la mañana que ahora cuando saqué al perro, insiste la clienta. Y yo, envuelta en mi bufanda, asiento con la cabeza a ambas, porque (nota mental) es mejor no discutir con desconocidos sobre cuestiones climatológicas: hay hooligans para todo. Y a saber si la señora que bajó al perrito iba por la acera buena o por la sombra, si paseaba resguardada o si luchaba contra el viento en una de esas esquinas en las que parece que abrieron todas las puertas, de la corriente que hay.

¿Cuánto es?, pregunto. Pero la dependienta está tan enfrascada en el debate sobre el clima como si fuese una delegada en la Cumbre de París. Sí, sí, dice, son 3 euros y medio, pero que no cambio yo este tiempo por el de Sevilla, que una vez estuve y la humedad es mucho peor que la de aquí. Dónde va a parar, dice la clienta, por fin de acuerdo. Las dejo debatiendo sobre el calor sevillano, la humedad y la sensación térmica que es una cosa distinta y mucho más terrible que la temperatura, como sabe todo el mundo. Y llego al portal y me encuentro a los vecinos animadísimos discutiendo si hace más frío que ayer. Y mi bufanda y yo escapamos. Por las escaleras.