Un problema cívico que ningún gobierno local llegó a resolver

La Voz

A CORUÑA

22 oct 2016 . Actualizado a las 11:57 h.

Cada fin de semana el jardín botánico de Méndez Núñez sufre las consecuencias de la permisividad del Ayuntamiento con el botellón. La basura, en fechas señaladas, se cuenta por toneladas. Los destrozos en mobiliario son constantes. Y los árboles (valorados en más de seis millones euros) sufren de todo, pero especialmente el hecho de ejercer de urinarios.

 La ordenanza que regula el ocio nocturno, del 2008, que en la práctica erradicó el botellón en las zonas vecinales, no sirve para este supuesto. Al no afectar a residentes, carece aquí de valor. Aprobada en los tiempos del bipartito PSOE-BNG, sirvió para pacificar la indignación ciudadana. El hecho de que el botellón desplazase a Méndez Núñez se tomó como un mal menor.

En la oposición, el PP había sido especialmente beligerante. Ya en el poder, en el 2011, tuvo la posibilidad de eliminar el botellón allí, pidiendo a la Xunta la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). Obligaría a una protección especial incompatible con la fiesta. La desechó. Y dejó continuar las fiestas nocturna con total impunidad. Si se producía algún incidente, enviaba durante un tiempo algunas patrullas del 092. Luego, todo seguía igual.

Con la Marea Atlántica no se apreciaban variaciones. En noviembre del 2015, la concejala Silvia Cameán daba soluciones etéreas de diálogo y no criminalización. Xulio Ferreiro minimizaba los destrozos («pequenos actos de vandalismo que hai na noite en calquera cidade») y dejaba seguir. El cambio ahora parece evidente. Habrá que ver cómo se concretiza en el futuro.