El niño de Ourense que supo cocinar y servir el mejor marisco

E. Mouzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Junto con su madre convirtió una taberna en un local de referencia

13 oct 2016 . Actualizado a las 22:04 h.

El pasado viernes falleció Ernesto Álvarez Rial, el representante de la segunda generación del afamado restaurante marisquería Manda Truco, ubicado en el número 21 de la avenida de Navarra, un establecimiento de referencia en la ciudad desde el año 1936 y dedicado a todos los públicos.

Su esposa Lola, sus hijos Ernesto, Isabel, Desiré y David, sus hijos políticos, entre los que se encuentra Javier Manjarín, destacado jugador del Dépor a nivel nacional e internacional, recibieron, desde el día del óbito de Ernesto, innumerables muestras de apoyo y condolencias por parte de amigos y compañeros del mundo de la hostelería de la ciudad y su comarca.

Ernesto Álvarez Rial fue enterrado ayer en un panteón familiar en el cementerio parroquial de San Salvador de Sofán, en Carballo. Mañana se celebrará un funeral en la iglesia de Santo Tomás, en A Coruña. El acto litúrgico será a las ocho menos cuarto de la tarde.

Ernesto Álvarez llegó a A Coruña cuando todavía era un niño, y junto con sus hermanos, acompañando a sus padres, Francisco Álvarez Rogel e Isabel Rial Fernández. Provenían de Santa María de Reza, en la provincia de Ourense.

El matrimonio se instaló en un bajo en la carretera de la Torre, hoy denominada avenida de Navarra, a escasos 150 metros del faro coruñés. Allí comenzaron su actividad hostelera vendiendo vino de O Ribeiro de su propia cosecha, de sus viñas.

El nombre del local fue consensuado con amigos y clientes que eligieron Alto aquí. O bon viño do Ribeiro. Manda Truco, empleando esta última reseña al tratarse de una expresión muy gallega y muy utilizada por los hombres del mar, aquellos que visitaban casi a diario la taberna.

Los padres de Ernesto comenzaron a comprarle la mercancía a los mariscadores de la zona de la Torre, y lograron darle auge al actual Manda Truco, un gran restaurante en donde paraban las gentes del barrio y hasta alcaldes. Ernesto se casó con Loly, de Carballo, e impulsaron el negocio que ahora llevan por buen camino sus hijos Ernesto y David, la tercera generación.