Necesitamos ayuda para seguir rescatando vidas de la droga

Miguel Plaza TRIBUNA ABIERTA

A CORUÑA

31 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga (Aclad) no damos nombres. Y mucho menos apellidos. Porque el estigma sigue formando parte de la adicción a las drogas, incluso cuando la persona logra superarla después de una lucha personal que más bien merecería la más grande de las condecoraciones.

Claro que a veces contamos, como es el caso, la historia vital de alguien cuyo nombre no queremos olvidar. Cada historia tiene a una persona, a una familia y nosotros pretendemos que tenga una memoria colectiva y, por tanto, una conciencia social que no la olvide. Por eso le recuerdo ahora, aunque me reserve su nombre. Tiene marcado en su calendario la fecha en que recurrió a nosotros y el día que nos dejó para afrontar la vida. Y así lo hizo y fundó una familia armado de un valor forjado en largos años de recaídas. Pero ha salido y vuelve cada año a visitar a sus educadores, enfermeras, psicólogas y psiquiatras con una tarta de aniversario bañada en eterno agradecimiento.

Por otros tantos y tantas como él intentamos apelar a una opinión pública que mueva la generosidad -por no decir el cumplimiento de sus deberes- de las instituciones públicas para que nos den su ayuda. Nos es del todo imprescindible. Contamos con ella de forma inestimable aunque no suficiente desde que Aclad echó a andar hace más de 30 años en iniciativas que han sido pioneras en España y que, a lo largo de todo este tiempo, han sido promovidas y apoyadas por profesionales conmovidos por lo que entendieron como un drama social y personal. Necesitamos más trabajadores como ellos, ampliar infraestructura y horarios de servicios, recortados por una crisis económica que ha menguado subvenciones, pero ha aumentado la falta de expectativas y el refugio en las drogas de más jóvenes.

Por si fuera poco, después de luchar en los ochenta contra el golpe masivo de la heroína, este caballo vuelve a acechar ahora con una tendencia silenciosa, pero muy preocupante. No menos inquietante sigue siendo hoy la banalización del cannabis y el aumento constante de una demanda asistencial por estas y otras drogas.

Soy hombre de números en mi quehacer profesional, sin embargo sé que los éxitos en Aclad superan lo cuantificable: creemos que reconstruir una sola vida no es menos que construir un Taj Mahal o un hermoso castillo como el de Yalta al borde del Mar Negro, edificados por el impulso del amor a una persona.

Queremos seguir reconstruyendo vidas o, por lo menos, aliviar el peso insostenible de muchas familias ofreciéndoles un camino al menos de esperanza cuando, solo por poner un ejemplo de lo que hacemos, abrimos a sus hijos, hermanos, parejas o padres las puertas de un centro en régimen interno donde rehabilitamos, enseñamos a asumir responsabilidades, a tomar decisiones y a trabajar en oficios. A veces, después de muchos intentos, a que emprendan la vida.