¿Son medievales las patatas con kétchup?

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

31 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Me ha dejado sin habla nuestra querida y clausurada Feira das Marabillas con sus exquisitos anacronismos. Uno de los puestos más visitados, con imponentes colas en la plaza de la Constitución, ha sido el de los cucuruchos de patatas fritas con kétchup. Llamativa y audaz incursión en el medievo si tenemos en cuenta que la Edad Media, según la mayoría de los historiadores, finaliza en 1453 y que la llegada de la patata a España está datada en 1560, cuando el conquistador Pedro Cieza de León se la presentó a Carlos I como curiosidad botánica americana. En cuanto al kétchup a base de tomate, el estadounidense míster Heinz se empezó a forrar con su venta en 1876, cuando la frontera entre las justas y el pleistoceno ya era difusa para el pueblo llano.

De anacronismos podríamos hablar largo y tendido -las batucadas, por ejemplo-, pero desde un cariño cómplice y hasta naíf, porque? a ver: lo que importa realmente de la Feira das Marabillas es su éxito, la afluencia de generosos visitantes que se rascan los bolsillos para adornar sus cabellos con coronas de flores, que arman a sus hijos con pequeñas espadas de madera, que se ejercitan en el manejo del acero junto a expertos espadachines o que prueban suerte con el cincel en trabajos de cantería. Y no es cuestión de ponerse quisquillosos con el rigor histórico del tubérculo cuando lo que preocupa a la gente es si la ración de kétchup da para bañar todas las patatas, o el importe del manjar, cuyo precio, la verdad, tampoco era muy medieval.

Con todo, no está de más reclamar un par de detalles para ediciones venideras. Una, precisamente, la búsqueda de lo auténtico en un medievo tan de moda en estos tiempos como desleído en esoterismos de medio pelo, mundos élficos, juegos de rol y hasta Juego de tronos, elementos que completan un conjunto kitsch cuando le añadimos las patatas con kétchup.

La originalidad debería ser la segunda petición. En el mercado medieval de Sintra (Portugal), una semana antes de la apertura de nuestra Feira das Marabillas las chicas adornaban sus cabellos con las mismas coronas de flores y los padres compraban a sus rapaces las pequeñas espadas de madera, se ejercitaban en el manejo del acero, probaban suerte con el cincel y picoteaban en familia? Adivinen? En efecto: cucuruchos de deliciosas patatas fritas con kétchup.

Es lo que tiene el medievo franquiciado, aunque la feria coruñesa, todo hay que decirlo, conserva elementos propios, improbables en lugares distantes como Sintra. Aquí todavía nos distingue el pulpo que se sirve en la original cena del jardín de San Carlos. ¡Vaya..!, con patatas? Sin kétchup.