Terrazas llenas en el penúltimo día de la Feira das Marabillas

CLÁUDIA MORÁN A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PÉREZ

Los hosteleros de la Marina afirman que el tráfico de viandantes que genera la feria les beneficia, aunque reconocen que no tanto a la hora del servicio de comidas

25 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La Feira das Marabillas, que hoy se despide después de cinco días en la Ciudad Vieja, congregó ayer a miles de personas que, animadas por el buen tiempo y el domingo previo a día festivo, poblaron las calles del casco antiguo, pero también las terrazas de María Pita y la Marina. Al revés de lo que podría parecer, los hosteleros de la zona se muestran, en general, contentos con la feria medieval porque la consideran un foco de atracción de clientes.

«Quieras que no, esta es la calle por la que sube y baja todo el mundo a la feria, entonces se nota mucho más trasiego de gente», dice Pablo Pizarro, jefe de cocina del restaurante Bocanegra, situado en la calle Riego de Agua. En su opinión, «lo que penaliza un poco es que al haber tanta oferta gastronómica dentro de la feria medieval la gente se para a tomar algo antes de subir, pero no viene tanto a cenar, sobre todo el año pasado», y añade que la feria «no nos da mucho más, pero tampoco nos quita».

Mucha gente en la Marina

En la zona de la Marina, donde es el primer verano con la obra de peatonalización finalizada, las opiniones son muy similares. «A la hora del servicio sí que se nota un bajoncillo pequeño», afirma un trabajador de la Adega A Bica, quien señala que no supone un problema porque «cuando la gente sale de la feria, sobre las doce de la noche, se nota mucha más afluencia de clientes que vienen a tomar copas».

«Mucha gente viene aquí solo a tomarse un postre», cuenta Ángeles Gantes, encargada de la crepería Petite Bretagne. Es optimista, sin embargo, porque cree que «siempre es beneficioso que la gente se mueva, hay mucho más horario de cafetería y a la hora de terraza viene muy bien».

Los turistas, «encantados»

Entre la multitud que paseaba ayer por la Marina y la Ciudad Vieja podían percibirse conversaciones en francés, inglés o catalán. Mathieu y Michelle, un matrimonio de la ciudad francesa de Toulouse, vinieron a pasar unos días con sus cuatro hijos. «El clima es suave y todo es muy barato, estamos encantados», afirman. También María y Joana, dos amigas catalanas que se confiesan «enamoradas de la comida de Galicia» y de «lo bien que se come por poco dinero».

El tráfico, «lo de siempre»

A diferencia del año pasado, cuando la Feira das Marabillas generó importantes retenciones de tráfico en la Marina y el nuevo túnel del Parrote, en esta ocasión no se han registrado problemas.

«No hay más tráfico del habitual», explica un policía local que regula el acceso de los vehículos a la zona peatonal. «La única novedad es la gente de la propia feria que quiere entrar por aquí. Les indicamos que tienen que salir del túnel en el Castillo de San Antón y entrar por el Parrote, pero, en general, es lo de siempre», añade.

Quienes experimentaron un problema de movilidad estos días son los vecinos de la Ciudad Vieja, como Manuel, para quien «si aparcar ya es imposible, ahora con la feria lo es más todavía». «Está bien que se active el barrio, pero que no se olviden de las necesidades de los vecinos», señala Carmen, otra residente.