Lucía Cidón: «Conocí a mi marido limpiando salmones y no me cayó bien»

A CORUÑA

eduardo pérez

La directora de la Finca Montesqueiro está a punto de cumplir 40 años y piensa organizar un evento para celebrarlo

26 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice que es organizada en el trabajo y en casa. «Tengo el don de la organización y espíritu de sacrificio», asegura. No tiene hijos porque «es incompatible con lo que hago ahora mismo». Navegar es lo que más le gusta en el mundo. «Cuando sales del puerto parece que los problemas los dejas en el pantalán», afirma. Organiza eventos desde hace muchos años. «Hace poco estuve calculando y llevo más de 500 bodas en mi carrera. Y a un chico lo casé dos veces», comenta sonriente Lucía Cidón Fernández, directora de la Finca Montesqueiro, una instalación que acaba de cumplir dos años. Un sitio nuevo, de precios de gama alta, alejado del centro de la ciudad y que celebra su segundo aniversario con unas cifras muy buenas. «El secreto es lo diferente que es el espacio. No hay nada parecido. Yo, por lo menos, no conozco un sitio igual. El equipo, el cuidado del detalle y la capacidad de sorprender son las otras claves», analiza. Dice que al principio mucha gente le preguntaba por quién estaba detrás del proyecto, pero ahora ya no. «El dueño jamás quiere protagonismo y me da una libertad fundamental para trabajar. Tenemos que ir creciendo en la línea de cátering y a lo mejor abrir al público una zona determinada para algunas cenas, pero son temas que hay que tener bien organizados antes de lanzarlos», avanza.

Escuela compostelana

Coruñesa de División Azul (ahora Antón Vilar Ponte) está muy cerca de cumplir los 40. «Tendré que organizar un evento para celebrarlo», apunta sonriente. «Los llevo fenomenal, con alegría». Es una mujer menuda, y confiesa que era una niña más bien gordita, pero el estrés del trabajo acabó con los kilos de más. «Como de todo. Mi plato favorito es el caldo gallego y la bebida la cerveza». Casada desde hace 11 años coincidió con el que sería más adelante su pareja en el Centro Superior de Hostelería de Santiago, donde estudió Dirección y Gestión de Empresas Hoteleras. «Conocí a mi marido limpiando salmones y no me cayó bien. Al curso siguiente nos hicimos amigos y más adelante novios», recuerda. Las prácticas obligatorias de la carrera la llevaron a trabajar en varios lugares, entre ellos el balneario de Mondariz. «Me quedé como encargada del departamento de eventos, y había muchísimos antes de la crisis. Después mi jefe se fue para el Isla de la Toja, que iba a abrir, y me llevó con él. Hacer una apertura es algo tan estresante como motivador». Volvió a su tierra natal cuando el hotel Finisterre reabrió tras la reforma para convertirlo en cinco estrellas. «Estuve 11 años hasta que hace tres me fichó la empresa Montesqueiro», relata.

Además de la capacidad de organización cree que la paciencia es algo bueno en su trabajo. «Quiero tenerlo todo controlado, que siempre me sobre el tiempo. En casa también soy organizada. Me levanto, veo las noticias en la tele, escucho Radio Voz camino del trabajo y así todos los días». Confiesa que está enganchada a lo que hace. «Lo siento como si fuese yo la que me caso. Me implico».

Las bodas de ahora

«Se llevan las tendencias americanas. Algún día volveremos a cortar la tarta con la espada. Lo más habitual es un cóctel muy fuerte y divertido, dos platos, postres y una recena variada de madrugada. También hay muchas bodas tipo cóctel, que resultan muy bien». Le queda un largo verano de trabajo por delante hasta que en noviembre se pueda coger vacaciones. «A cualquier parte del mundo, pero siempre relacionada con el mar».