Ropa, hogar, comida y cientos de miles de euros de ayuda social

CLÁUDIA MORÁN A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

GUSTAVO RIVAS

Entidades como Cáritas o Padre Rubinos asisten a unas 20.000 personas desfavorecidas cada año en A Coruña

14 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Nuestra situación económica? De momento, aguantando». Es la valoración del presidente de la Cocina Económica, Alberto Martí, sobre la entidad, que da de comer cada día a más de 1.500 personas y donde cada comida individual le cuesta unos tres euros. Es solo un ejemplo del esfuerzo que realizan las organizaciones sociales para atender a los más desfavorecidos y cubrir, así, las necesidades no cubiertas por las Administraciones públicas.

Martí está convencido de que «no hay gente más solidaria que en A Coruña» en base a sus más de 300 socios y a los donativos de la gente que «se acuerda» de ellos. También cuentan con la ayuda del Banco de Alimentos y varios supermercados, como Mercadona, que les proporciona «una furgoneta llena de víveres todos los días». «No hemos cerrado ni un solo día y nunca nos hemos visto en la necesidad de recurrir a un banco, pero cada día vemos caras nuevas», añade.

También es fundamental la labor de la Cruz Roja, que el año pasado atendió a 3.800 personas mayores, 1.000 familias en situación de extrema vulnerabilidad y 816 desempleados, «el grueso» de su trabajo, según su responsable de comunicación, Rocío Ovalle. En total, fueron 9.600 las personas asistidas, entre las que se incluyeron 445 inmigrantes, personas discapacitadas y víctimas de violencia de género. Otro campo a destacar es su programa de formación, que abarca a 3.821 alumnos y a 2.068 niños.

Aumenta la necesidad

En Padre Rubinos «se han incrementado las situaciones de necesidad», señalan las trabajadoras sociales Victoria García y Lorena López, ya que la ocupación «de todos los servicios» a las personas que pernoctan en el albergue asciende al 80 %. Aunque la entidad atendió a 2.049 personas el año pasado, para lo que desembolsó unos 30.000 euros, las profesionales esperan que se unan más empresas y particulares a sus proyectos para promover la inserción laboral de los usuarios.

El director interparroquial de Cáritas en A Coruña, Vicente Iglesias, subraya «la urgencia de la necesidad, de ayudar en los pagos que no pueden esperar, como el alquiler, la luz o el agua». Mediante su red de 36 parroquias y su programa interparroquial, la organización atendió a 2.017 familias y benefició a 6.519 personas en el 2015.

Iglesias lamenta, no obstante, «el bajo ritmo de cesión de pisos vacíos», así como que «el convenio de la Xunta y las eléctricas para evitar la pobreza energética» permanezca «sobre el papel». «Una vez dejemos de pagar eso, estaremos más holgados para ayudar en otras cosas», afirma.

En cuanto a la cuestión habitacional, Sor Eusebia acaba de impulsar Mi Casita, una iniciativa para dar un hogar, en módulos prefabricados, a personas sin techo. El propio hogar de esta entidad posee 60 plazas y su director, Diego Utrera, lo reconoce: «Estamos llenos, al máximo». Indica que sus actuaciones no se limitan a dar cobijo a los necesitados, sino también a «trabajar con ellos en la inclusión social y que recuperen un mínimo de autonomía personal». Utrera afirma que la organización es hoy un proyecto «sólido» que pretende «ir hacia la excelencia», por lo que espera que las Administraciones públicas les apoyen para poder incorporar un monitor deportivo o fisioterapeuta «para el mantenimiento físico de los residentes» y aumentar sus actividades de terapia ocupacional.

La oenegé Renacer, por su parte, ofrece pisos de acogida, un total de 60 plazas, donde el 80 % de los atendidos «no tienen absolutamente ningún recurso», explica su responsable, José Fernández. Reconoce que todos los trabajadores «son voluntarios», por lo que, en su caso, «no hay que gastar recursos en pagar salarios». La organización estudia, además, poner en marcha un proyecto de agricultura ecológica para la inserción laboral de personas sin recursos en el ámbito rural.