Javier Martín: «Intento que el rigor de una creación artística sea como el de la ciencia»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

«Es un lujo poder contar con Oleg Karavaichuk en mi próxima coreografía»

04 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Javier Martín es una rara avis dentro del mundo de la danza y las artes del movimiento. El coreógrafo y bailarín coruñés anda inmerso en una experiencia tan innovadora como inabarcable, que en nuestra ciudad tiene al Teatro Colón como escenario. Se trata de un proyecto artístico y de investigación en el que quiere implicar distintas disciplinas no solo artísticas, sino también científicas, y que culminará al final de este curso con una coreografía que contará con la participación del pianista ruso de 89 años Oleg Karavaichuk. Todo deriva de la inquieta mente de este todavía joven artista, que le ha llevado, entre otras cosas, a licenciarse en Químicas y especializarse en mecánica cuántica. Todo es posible en el universo de Javier Martín.

-¿Qué hace un coreógrafo y bailarín investigando en un teatro en vez de actuar?

-Desde hace ya unos cuantos años a la hora de desarrollar la producción de mis piezas las asocio a un determinado centro cultural o a varios en red, y el laberinto en el que ando metido ahora es el Teatro Colón y el Museo Universidad de Navarra. Hemos creado en ambos diversos dispositivos con los que promover que se desarrollen otras prácticas que vayan más allá de la mera exhibición. Por eso, en el Colón estamos investigando -el trabajo que desarrollo no es una residencia técnica ni de creación, sino de investigación- de modo que al tiempo que creo una nueva coreografía llamada Symptoma vamos desarrollando distintas prácticas que sostengan la creación de esta pieza. Para ello creamos un grupo de investigación de cariz transversal en el que profesionales de distintas disciplinas analizamos los contenidos que afectan a este proceso de creación.

-¿Qué tipo de profesionales se han apuntado a esta aventura?

-No sé si será por mi formación científica, pero siempre se me acerca gente del sector. Aunque el grupo es bastante plural, ya que en él hay gente del mundo del periodismo, el cine, biólogos, arquitectos, gente del mundo de la cocina o más cercanos a mi sector, como actores. Estoy muy interesado en el contexto académico. Parte del trabajo que desarrollo intenta que el rigor de una creación artística no tenga nada que envidiar al de una creación científica a la hora de construir nuestra percepción de lo que llamamos la experiencia de lo real. Desde ahí reflexionamos y acercamos a otros saberes las distintas herramientas que los artistas usamos, para potenciarlas.

-Y el culmen será el estreno de «Symptoma».

-Queremos que tenga lugar en abril. Cuento con la música de Oleg Karavaichuk, un músico al que admiro profundamente. Es un revolucionario en la creación de música de cámara. Es un lujo poder colaborar con él. Lo que más me ha impresionado es que dos personas tan distantes como nosotros, separadas geográficamente y también por varias generaciones, compartamos el mismo dolor, según palabras del propio pianista. Las texturas de su música y las de mi movimiento se encuentran y se potencian en un trabajo en común. Ambos somos improvisadores. Cuando hablo de coreografías en mi trabajo me refiero a coreografías de cariz efímero. Y Karavaichuk hace lo mismo con su música. Sabemos donde empezamos, pero no hasta donde vamos a llegar. Cada uno con nuestro lenguaje, pero encontramos puntos de unión.

-Dada la lejanía, ¿cómo hacen para ir trabajando en la materia?

-Recientemente he estado en San Petersburgo y hemos estado trabajando en la Sociedad Geográfica Rusa durante muchos días. Y ahora nos vamos a encontrar de nuevo, porque el cineasta Andrés Duque -que fue quien me descubrió la música de Oleg y me animó a que colaborase con él- va a estrenar en Pamplona una película sobre la su vida, y aprovecharemos para hacer unos ensayos abiertos.