La plaza de Lugo tiene nuevo perro

Javier Becerra
Javier becerra A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ADRIÁN JUL

«Coco», adoptado por la dueña de «Ney» tras ser abandonado, ya enamora

23 oct 2015 . Actualizado a las 20:50 h.

La plaza de Lugo es un poco más feliz desde hace tres semanas. Coco, un bonito perro mestizo de pelo blanco y seis años de edad, se deja ver por allí. Se trata de la zona en la que durante años correteó Ney, un precioso golden retriever que caló. Conmovió a los coruñeses hasta el punto de erigirle una estatua. Marisol Paz, la dueña de Ney, adoptó a Coco. Lo lleva todos los días a su floristería, en los bajos del mercado. «No quería tener más perros después de lo de Ney, pero cuando lo vi y lo tuve en brazos ya no pude dar marcha atrás», confiesa. Como una abuela que descubre sorprendida en los nietos el mismo amor que tuvo por sus hijos, chispea al hablar de su nueva mascota. «Es tan bueno y tan simpático...», dice orgullosa.

Coco apareció en su vida por sorpresa. «Lo trajo mi hijo Ángel porque lo tenían unos amigos que se lo habían encontrado perdido», recuerda. Ocurrió en Oleiros. El perro, dice Marisol, pertenecía a una pareja que lo abandonó al romper. «Coco tiene chip y localicé al dueño. Está en Bilbao y no quiere saber nada de él. Yo ahora quiero cambiarle el chip y le voy a hacer un seguro como a Ney, porque lo quiero tener todo legal», asegura.

Mientras Marisol explica cómo Coco le robó el corazón inesperadamente, se produce un goteo de gente en la floristería. «¡Coco, bonito! ¿Cómo estas hoy?», le dice un vecino. Le pasa la mano por el lomo. El perro se gira. Le gusta que le rasquen en la barriga. También acerca su cabeza. «Es muy mimoso», señala Marisol. «Y tiene la misma cara de bueno que Ney», apunta el vecino. «La gente viene a diario a verlo, lo quieren mucho», añade la dueña. Pero aclara: «Coco, no sustituye a Ney, que es insustituible, pero da alegría y se deja querer mucho. Yo estoy muy contenta con él».

A diferencia de Ney, que andaba suelto por la plaza con total libertad, Coco permanece atado la mayor parte del tiempo. No porque se trate de un animal peligroso, todo lo contrario. Su problema es otro: «Es muy escapadizo -ríe Marisol-. Aunque esté muy bien educado, al haber sido abandonado se echa a correr hacia el sitio en el que fue abandonado, en O Carballo. Ya se nos escapó más veces». ¿Cambiará la situación? «Ya tiene seis años. Es difícil poderlo educar de nuevo». Pero, bueno, ¿quién se resiste a llevar de vez en cuando a Coco junto a la estatua de Ney? Marisol desde luego no. Y la imagen de ambos juntos, dibuja la sonrisa cómplice de inmediato.

Una mascota monumental

Quizá, en el futuro, se reclame otra estatua para Coco. Ney ya la tiene levantada en la plaza de Lugo desde finales del 2014, poco después de morir. Se quería erigir en vida del animal, pero el dinero no llegó a tiempo. Solo tras su muerte un matrimonio anónimo dio los 12.000 euros necesarios para el monumento. Antes, se habían recaudado en una colecta popular varios miles de euros, que finalmente terminaron en una oenegé pro-animales.

Así Ney pasó a la eternidad. El cariño que le profesaban los niños y los adultos de la zona terminó solidificado en bronce. No son pocos los que acuden a fotografiarse con él, mientras escuchan la historia del apego que se le tenía. Su fama trascendió fronteras. Se le pudo ver en el canal internacional de TVE. Recibió donativos de lugares recónditos. Y su página de Facebook (Ney, el perro de la plaza de Lugo) terminó por ser un punto de encuentro para los amantes de los animales.

Ahora Ney solo existe en el recuerdo. Pero, precisamente esa memoria la intensifica Coco. A su manera rememora mucho de lo que fue Ney durante años. Tranquilo, cariñoso y juguetón. Con la misma mirada de bonachón, camela al que se acerca. Y desde hace tres semanas, caricia a caricia, convierte la plaza de Lugo en un sitio más feliz.