«Doy clases de magia a domicilio»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA

A CORUÑA

RUBÉN GASALLA

30 ago 2015 . Actualizado a las 18:38 h.

Está moreno. Luce una camisa negra remangada. Parece que va a hacer un juego. «No. La magia solo la uso sobre el escenario. No le hago trucos a los amigos», comenta sonriente. Tiene 42 años y está soltero. Nació en Labañou, en el grupo de viviendas María Pita, donde vivió hasta los 22. «Después me fui a la calle Juan Montes y desde hace casi una década vivo en Arteixo», comenta Manuel Fraga Iglesias, de nombre artístico Chrystyan Magic. Me lo deletrea para que lo escriba bien. «Manuel Fraga hay muchos. Me decidí por Chrystyan porque es el nombre de mi sobrino y ahijado», explica este coruñés que cumple la mayoría de edad como mago. «Quise ser médico, pero me mareaba la sangre, y después informático. Entré en contacto con grupos de teatro aficionado, empecé a presentar eventos, hice un curso de animador turístico... Compré un montón de  libros de magia y decidí preparar un espectáculo. Siempre quise hacer cosas mágicas»

En un cumpleaños

La primera vez que actuó, hace 18 años, fue en el cumpleaños de Laura, la hija de unos amigos. «Funcionó bien y a partir de ahí tuve la suerte de ir a programas de la TVG. Llegué a hacer más de 120 espectáculos al año en Galicia, Asturias y León», comenta. Ahora los tiempos cambiaron. «Vivo de la magia y he tenido que reinventarme. Diversifiqué y amplié la oferta. Un mago es una empresa», relata incansable. «Soy extrovertido. Habladoriño», confiesa. Dice que no es el tiempo de la grandes ilusiones, como partir a una chica en dos. «La gente busca reírse. Nos hemos convertido en monologuistas, actores, cómicos...», reflexiona Chrystyan, que también da clases de magia. «Empecé en el colegio Emilia Pardo Bazán, donde había estudiado. Se inculcan valores como la disciplina, el esfuerzo, la atención... Doy clases de magia a domicilio. Una día me llamó una señora que le regaló a su sobrino una clase. Fui a su casa, le enseñé, y después le mostró lo aprendido a la familia. Ya me llamaron más personas», destaca.

Arroz con calamares

Le gustan los deportes de aventura. «Ya hice tres veces puenting». Nada, corre, camina.... «Me gusta tener actividad, no estar sentado jugando a las cartas», afirma el mago. «Hubo una época que cantaba en los karaokes. Me presenté a concursos pero nunca gané. También me atraen los bailes latinos», desvela. Dice que su principal virtud es la bondad y su defecto más destacado: «El exceso de control. Soy demasiado organizado, aunque eso me ha aportado seriedad en el trabajo», reflexiona. Le vuelve loco el arroz con calamares y no soporta el bacalao. «Es lo único, del resto como de todo». La zona que está después del Portiño al atardecer o el parque de la Torre son sus lugares favoritos. Me cuenta que está preparando un nuevo espectáculo que combina magia y animación a la lectura basado en el Quijote. Le pregunto qué haría desaparecer de este mundo. «La tristeza», contesta con rapidez. «Aunque la gente no tenga dinero que al menos sea feliz. Anda el mundo muy triste».