La madre de los mellizos cumple un año en prisión a la espera del indulto

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

María del Mar Longueira, que se adaptó perfectamente a la cárcel, fue condenada a 12 años por «permitir» que su novio matase a sus hijos

22 jun 2015 . Actualizado a las 13:12 h.

María del Mar Longueira cumplió ya un año en prisión después de que la Audiencia Provincial la condenara a 12 años de cárcel por la muerte de sus mellizos. No fue ella quien los mató. Ni estaba en casa en aquellos momentos. Pero pudo haberlo evitado y no hizo nada. Pudo haber afeado la conducta de su pareja cuando les levantaba la mano y no lo hizo. Pudo denunciarlo y abandonarlo. Pero siguió con él y eso lo está pagando en el centro penitenciario de Teixeiro. Su ingreso fue traumático. Su abogado intentó frenarlo con recursos al Supremo, que falló en contra, y al Constitucional. También apeló a un indulto por parte del Gobierno. Este todavía no llegó. Mientras lo espera -tal vez nunca se lo den, pues la Fiscalía se opuso-, su estancia en la cárcel, junto a Rosario Porto o María Teresa Sola, está siendo muy buena. Fuentes penitenciarias destacan que está perfectamente adaptada y participa en todas las actividades que puede.

Fue ella, más que su pareja, quien concentró más titulares. Aunque fuese él quien el 21 de agosto del 2011 acabara con la vida de los pequeños a palos porque uno de ellos tiró un reloj al suelo, ella era la madre y todos los jueces que tocaron el asunto la vieron tan culpable de esas muertes como a Javier Estrada. Porque ella era la madre de los niños y pocos entendían cómo una mujer podía cegarse tanto por un hombre hasta el punto de taparse los ojos y los oídos cuando sus amigos le decían que lo dejara, que iba a terminar matando a sus hijos.

La noticia estaba en ella, y la Justicia la cercó, imputándola apenas dos meses después del doble crimen. Desde entonces, los focos la apuntaron y no se separaron de ella. María del Mar Longueira dejó de ser una madre destrozada y merecedora de todo el apoyo y el cariño de la gente para estar en boca de todos.

Las acusaciones la dibujaron como a una mujer perversa capaz de las mayores atrocidades para mantenerse cerca del hombre de su vida. «Estaba perdidamente enamorada», llegó a confesar. Escarbaron en la corta vida de esos pequeños de 10 años y salió el guion de una de esas películas de sobremesa. De las que están basadas en hechos reales.

Alejandro y Adrián no tuvieron un instante de sosiego desde que vieron la luz. Su madre, María del Mar Longueira, que hoy tiene 41 años, los tuvo fruto de una relación con un hombre que nunca se preocupó de ellos. Ni de ella. Se separaron cuando apenas los críos eran bebés y el individuo no los volvió a ver vivos, aun residiendo en la misma ciudad. Por supuesto que tampoco les pasaba la pensión alimenticia. Al poco tiempo de su nacimiento se evidenció que Adrián presentaba retraso mental y de aprendizaje. Tras el divorcio, los menores quedaron con la madre. La convivencia fue difícil. La procesada les dispensaba una atención «en ocasiones pasiva y de dejación, y en otras fuertemente agresiva». Tal conducta conducía a los menores «a vivir en un continuo estado de temor e intranquilidad». Había cachetes por lo más nimio. Gritos y descalificaciones. En septiembre del 2010, y a través de una agencia matrimonial, conoció a Javier Estrada, nueve años más joven que ella.

Fue un amor a primera vista. Solo dos semanas después ya estaban viviendo juntos. El comportamiento «violento de la procesada con sus hijos no solo continuó, sino que se exacerbó por la presencia de su nueva pareja que, ante su falta de aceptación de los niños, tensionó todavía más el ambiente familiar». Estrada desarrolló desde el primer momento una «actitud absolutamente agresiva con los dos niños, a quienes dispensaba un trato violento y despótico en grado sumo, imponiéndoles sus ideas extremas y ella solo miraba.

Quién es quién en el crimen de Monte Alto

Varias personas, aparte de los imputados, protagonizaron varios titulares a lo largo del proceso por la muerte de los críos.

El homicida, Javier Estrada.

Tenía 28 años cuando conoció a la madre de los pequeños a través de una agencia de contactos y 29 cuando los mató. Nada más acabar con la vida de los críos, llamó a la policía para confesar el crimen. Y ante la jueza relató cómo lo hizo sin olvidarse de detalle alguno. Presenta un trastorno de la personalidad, con rasgos esquizoides, «pero nada de eso le impidió comprender la ilicitud de sus actos». Fue condenado por dos homicidios y varios delitos de lesiones y maltrato doméstico a 37 años de prisión.

La madre.

La jueza la imputó pocos meses después del crimen. Fue tras escuchar a varios testigos. Algunos vieron cómo esa mujer los golpeaba, otros la escucharon decir que los quería internar. Hay vecinos que la llegaron a ver tirar a uno de ellos escaleras abajo. Ella siempre lo negó. Reconoció que estaba profundamente enamorada de Javier y que este era muy duro con los pequeños, pero que nunca les puso la mano encima. Al psiquiatra forense le impresionó su «frialdad emocional» y su dependencia de terceros. Fue condenada por la Audiencia Provincial a 12 años de prisión.

La familia

El hermano y la abuela de los mellizos son los únicos que tienen derecho a una indemnización. De 180.000 euros. El hermano mayor de las víctimas declaró tras el crimen que se había ido de casa cuando vio la violencia del novio de su madre. Luego se desdijo. El padre biológico no recibió indemnización alguna. Se le denegó porque nunca se había ocupado de los pequeños. Se separó de su madre a los pocos meses de nacer los críos.

Las amigas de Longueira

De arropar a la madre a condenarla. Mar Longueira tenía una amiga que no se separaba de ella. Le daba su apoyo y hasta se convirtió en su portavoz. Fue llamada a declarar ante la jueza y ahí defendió la inocencia de Mar. Pero meses después pidió de nuevo declarar. Para decir que se había equivocado, que Mar le había confesado en privado que su pareja los golpeaba y que ella no había hecho nada por evitarlo. Otra amiga llamó al teléfono del menor para denunciar que los mellizos eran maltratados meses antes del crimen. El protocolo de actuación se inició, pero esa voz anónima no volvió a hablar.

Las vecinas

Una residente en ese edificio de Andrés Antelo declaró haber visto a Mar Longueira tirar a uno de los niños escaleras abajo. Otra vio cómo en el portal, otro día, le dio una bofetada y una patada al otro crío. En una ocasión, según se dijo, dejaron a uno solo en la calle. Episodios de este tipo hay unos diez. Tanto con el acusado como protagonista como con su pareja.

Las instituciones

Hubo varios intentos por parte de Mar y su pareja de internar a los pequeños. Tanto la tutora de los niños como responsables de otras instituciones declararon que los acusados intentaron internar a los niños en centros de menores.