Alguien como nosotros

Pablo Abeal PLAZA PÚBLICA

A CORUÑA CIUDAD

04 may 2015 . Actualizado a las 16:16 h.

Viendo los candidatos a las alcaldías y demás concejales elegibles, y aún teniendo en cuenta las grandes diferencias entre municipios, me siento fascinado por tantos perfiles diferentes y, sin quererlo, siento la curiosidad de averiguar qué tienen en común, por ejemplo, un chófer, un abogado o un arquitecto. ¿Será la firme convicción de dar sus vidas en servicio de los demás, las prebendas personales que obtendrán o la simple erótica del poder? Lo más probable es que sea una mezcla de todo ello y, dentro de una medida, en nada reprochable. Sin embargo, sin un elemento esencial esta realidad conduce inexorablemente al desastre. Recuerdo aquella metáfora sobre lo difícil que era subir una montaña y lo fácil que era bajarla. Una reflexión sobre la lucha titánica del que escoge el espinoso camino de crecer en valores y de las dificultades a las que se enfrentará para no caer en la ciénaga de la podredumbre y disfrutar alegremente de ella.

Caminamos hacia una decisión ineludible votemos o no votemos. Nos preguntamos qué opción escoger. Nos abordan las dudas. Cerramos los ojos: ¿en base a qué escoger? Los partidos ya no defienden valores, ¿serán el reflejo de una sociedad perdida en lo superficial? ¿Queremos gestores-funcionarios o líderes heroicos? Tenemos miedo ¿Queremos políticos a imitar o que pertenezcan a la picaresca española?

Por ignorancia o interés, se suele tomar en vano la palabra liderazgo con demasiada frecuencia. Incluso llegó a ser motivo de orgullo el no tener visión alguna y centrarse únicamente en la gestión. Si consideramos que un líder es aquel que se conoce a sí mismo, y actúa con ingenio, amor y heroísmo, ¿cuántos de nuestros futuribles se podrían llevar este calificativo? ¿Nos importa? ¿O solo queremos a quienes poseen nuestros mismos defectos?