«Contraté a unos sicarios para darle un susto a mi esposo maltratador»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Una mujer reconoce que pagó 7.000 euros a tres vecinos de un poblado de Carballo para que moliesen a golpes a su marido, que según ella le pegaba

26 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

María Josefa, de pie y con las manos entrelazadas frente a la jueza de Negreira, no se escondió. Rodeada de pruebas en su contra, no ocultó que en junio del año pasado tomó una decisión desesperada. Tras años sufriendo malos tratos de su marido, se animó a que alguien la vengara. Acudió sola al poblado chabolista de O Sixto, en Carballo, y allí se cruzó con un chico en bicicleta. Sin conocerlo de nada, lo paró y le dijo que buscaba a alguien dispuesto a «dar un susto a una persona» a cambio de dinero. «Yo mismo», le contestó el joven. Se dieron los teléfonos y pusieron precio al encargo: 7.000 euros. La entrega se produjo días después en una cafetería de A Coruña. «Vinieron dos personas, el de la bicicleta, que debería de tener unos 30 años, mal aseado y con barba de varios días. Le acompañaba otro alto, delgado y con perilla», declaró esta mujer que desde entonces duerme en la prisión de Teixeiro.

La mujer les entregó un sobre con el dinero y los sicarios se fueron después de decirle que recibiría noticias de ellos. «El 6 de julio me llamó el de la bicicleta. Me dijo que me reuniera con él y con un tal José y que llevara 3.000 euros más. Fui donde me dijeron. Estaban allí el de la bici y otro que tenía un defecto en los dedos de la mano, como si se los hubieran cortado. Me dieron un frasco con un líquido y el de los muñones me dijo: ?Échaselo a tu marido en el café. Así lograremos que le entre el sueño?».

Dicho y hecho. Al día siguiente, María Josefa se despertó decidida. Y después de ordeñar las vacas que tiene en su casa de Santa Comba, cogió el frasco y vació tres gotas en el café de su esposo, que se lo bebió tranquilo. Inmediatamente después, se subieron al coche porque su esposo vende cupones en Abegondo y allí lo iba a dejar. «Paco no paraba de bostezar. No entendía por qué se iba durmiendo si se acaba de levantar, pero no sospechó nada. Cuando se durmió, llamé al de los dedos cortados. Me ordenó que fuera hasta Cambre. Aparqué y aparecieron tres jóvenes en un coche negro. Eran el de los dedos, el de la bicicleta y otro que no conocía. Se llevaron a mi marido en su vehículo y yo me fui a trabajar. Lo siguiente que supe fue cuando me llamó mi madre para decirme: «Tu marido está en el hospital». Intenté contactar con ellos para advertirlos de que los iba a denunciar porque yo solo les encargué un ?susto? y no habían cumplido lo pactado». Peor que eso fue la reacción de los contratados, pues empezaron a extorsionarla. La llamaban para decirle que si no les daba más dinero «irían a por mi hijo».

Todo esto lo contó María Josefa ante la jueza cuando ya había sido detenida, dos meses después de que su marido fuese hallado medio muerto por un hombre en un monte de Cecebre. Pero, ¿cómo y porqué la Guardia Civil llegó a la conclusión de que esta mujer contrató a unos sicarios para dar un susto a su marido o para matarlo? María Josefa solita se presentó en el cuartel para denunciar que estaba siendo víctima de una extorsión. Contó a los agentes que alguien la estaba llamando reclamándole dinero con amenazas. La mujer dijo que tenía mucho miedo, que no quería que le pasase lo que le había ocurrido a su marido. Los agentes pidieron entonces la relación de llamadas de su móvil y aparecieron los teléfonos de los sicarios. Fue fácil a partir de ahí dar carpetazo a la investigación. Porque los sicarios, cuando fueron detenidos, reconocieron ser los autores de la paliza. Y que lo habían hecho por encargo de su esposa. Dijeron que los había contratado para darle muerte y que ellos al final no se atrevieron, que solo lo golpearon. ¿Quien miente? ¿Quería María Josefa dar un susto a su marido o, como dicen los sicarios que contrató, darle muerte? Un jurado lo determinará.