Francisco Infante: «Soy de paraguas, no me gusta mojarme»

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

El delegado de Aemet en Galicia sostiene que deberíamos emplear la palabra borrasca, que se abusa de la ciclogénesis

01 feb 2015 . Actualizado a las 10:47 h.

Quedamos en una sala presidida por una gran pantalla. En ella se muestran las alertas meteorológicas. «El sistema va un poco lento, debe de ser por culpa de la tormenta (paradojas de la vida)», me comenta Francisco Antonio (Paco) Infante Alonso, delegado en A Coruña de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología). Charlamos en medio de una nueva ciclogénesis. «Deberíamos utilizar la palabra borrasca porque abusamos de la ciclogénesis, que en realidad es donde se generó la borrasca que nos afecta», precisa. Tiene 49 años, es natural de la montaña leonesa, de Pajares, quizá por eso asegura que «soporto mejor el frío que el calor». Aunque su vocación era la de astrofísico estudió Meteorología en Madrid y tras aprobar las oposiciones y trabajar dos años en la capital de España decidió apostar por la plaza en Galicia. «Madrid me mataba, me gusta el norte, y además mi mujer es gallega», aclara. Tiene dos hijos, un niño de 12 y una niña de 7. «A ellos, como a todos, lo que más les gusta es la nieve en invierno y la playa en verano». Desde 1993 es un coruñés más, que dirige una delegación en la que trabajan 64 personas, la mitad en A Coruña y las otras repartidas en los tres aeropuertos gallegos, las oficinas de Lugo, Ourense y Pontevedra y en la Escuela Naval de Marín. «Tanto aquí como en el aeropuerto de Santiago prestamos servicio las 24 horas del día», precisa Paco, que recuerda como el peor momento de su trayectoria profesional los días del Prestige.

116 escalones
La delegación de la Agencia Estatal de Meteorología, el observatorio, como se le conoce popularmente, es como una isla en la ciudad: 8.000 metros cuadrados en un lugar privilegiado desde donde se ven las olas del Orzán y el estadio de Riazor. Mantiene cerrado el acceso a través de los 116 escalones que conducen a lo alto y hay que entrar por la parte de atrás. «La primera observación en A Coruña se hizo en 1914 en el desaparecido pabellón oceanográfico, que estaba cerca de la comisaría de policía. Después se trabajó desde el instituto Eusebio da Guarda hasta que en 1930 se inauguró este edificio». Es un hombre del tiempo, pero no sale en la tele. «Ponerse delante de una cámara tiene mucho mérito. No sería capaz». Dice que en su BlackBerry no tiene aplicación del tiempo y respeta el refranero. Mañana es 2 de febrero, cando a Candelaria chora a metade do inverno vai fóra. «La sabiduría popular se basa en la observación y tiene una parte de verosimilitud, pero no es algo científico», reflexiona. ¿Y la marmota americana? «La marmota no es muy fiable. Cualquier predicción más allá de una semana deja de tener fiabilidad».

«Necesitamos el sol»
Le gusta caminar, el campo, la montaña... Su estación favorita es el otoño. «Cuando el verano no es bueno me enfado como el resto de la gente, necesitamos el sol. Tengo respeto por las tormentas y me gusta ver nevar. La lluvia llega a ser desesperante, aunque tiene su encanto. Recuerdo el invierno del 2001 que llovió tres meses seguidos. Soy de paraguas, no me gusta mojarme». Una buena película de cine negro, la lectura, y cuidar a sus hijos ocupan su tiempo libre. Mientras la lluvia golpea con fuerza las ventanas me cuenta que «el cambio climático está ahí, no es una cuestión de creencias. Es una evidencia y lo estamos percibiendo». Nos despedimos. Vaya fin de semana de frío y viento nos espera. «Los amigos siempre me preguntan por el tiempo», comenta Paco Infante.