El alcalde luce su legado en la carrera hacia las urnas

Xosé Vázquez Gago
XOSÉ GAGO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Carlos Negreira vaticina que el área metropolitana crecerá en 5.000 habitantes al año durante la próxima década

19 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

De lo humano, lo divino y los problemas económicos que ocasionan los partos múltiples. De todo eso habló el alcalde en la esperada charla que dio en el Círculo de Artesanos, donde se acabaron las sillas libres para escucharle. La audiencia parecía la marea blanca -por las canas, nada de batas de médico- y en el turno de preguntas lució esa exigencia sincera que solo conceden los años vividos.

Carlos Negreira arrancó con una defensa del municipalismo. Lamentó el poco presupuesto y menores competencias de los ayuntamientos, a pesar de que los alcaldes «se ocupan de todo lo que es de su incumbencia, no solo de su competencia».

Luego pasó al decálogo, un conjunto de temas recurrentes que suele citar en estas ocasiones: hay que pensar en el día a día y en el futuro, hay que recuperar el pasado (Sellier, Picasso o Antonio Ríos, registrador de la propiedad y creador de la colección de relojes del Ayuntamiento), «el empleo es lo más importante», colaboración con otras instituciones, política de movilidad y medioambiental, más guarderías, menos coches oficiales?

Fue el discurso de otras veces, sin ningún papel delante como siempre, y con algunas novedades. Hubo ánimos para los trabajadores de Alcoa: «Vamos a conseguir que (la planta) continúe y que no vuelva a depender de una subasta, de un hilo, en el futuro». También dejó vaticinios, como que la sanidad coruñesa comprará en el 2015 «aparatos de vanguardia» para la lucha contra el cáncer o que, después de casi una década de estancamiento demográfico, la población de A Coruña y su área de metropolitana crecerá en «4.000 o 5.000 habitantes al año» durante la próxima década. Además avanzó «sistemas más novedosos» para el tratamiento de la basura en Nostián, una planta que por ahora ha «funcionado regular».

Hubo momentos para la «diplomacia urbana» y los acuerdos con otros ayuntamientos de la zona y para análisis y denuncias a nivel internacional: «Estados Unidos será el gran gendarme del mundo, China e India sus fábricas, y a África, por desgracia, parece que se le ha asignado el de ser el gran basurero del mundo», dijo en referencia a los vertidos irregulares de residuos allí.

También reiteró promesas: «En marzo vamos a acabar la reforma de la Marina» o «vamos a unir la parte de atrás de San Agustín con Panaderas con escaleras mecánicas», más la tercera ronda, el acuerdo para el traslado de la refinería, que con el nuevo plan general «se duplican las zonas verdes» o el proyecto Smart City.

En el turno de preguntas una señora le pidió recuperar la autopista «para que gane el Ayuntamiento y no una empresa» y le propuso hacer «aparcamientos verticales». Él no se negó, y señaló que eran típicos en EE. UU. Ella le interrumpió: «¡Qué los hay en Benidorm!»

Prometió hacerse cargo de unos contenedores malolientes. Se defendió de las críticas por hacer las obras juntas recordando las inauguradas hace meses. Quitó peso a los problemas de tráfico: «Ocurren en todas las ciudades, el alcalde de Sao Paulo nos contó que allí alguna gente tarda de cinco a ocho horas en ir a trabajar». Aseguró que al llegar al gobierno hizo «una declaración de guerra a los andamios y los postes de obras, hemos quitado más de 300». Al final le otorgaron la medalla de plata de la entidad, reservada a los socios durante 25 años, y le invitaron a ganarse la de oro, que precisa otro cuarto de siglo más.