Los misterios del Ofimático

A CORUÑA

14 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Otro extraño episodio urbanístico ha convulsionado la actualidad política de la ciudad en la última semana. El Juzgado de lo Contencioso número 4 revocó la adjudicación de la redacción del proyecto y la obra de construcción del llamado parque Ofimático a la empresa Acciona casi cuatro años después de que el concurso fuera resuelto por el bipartito en el último suspiro de su mandato. Tan último suspiro, que la adjudicación se firmó, de forma inexplicable, en plena jornada de reflexión.

El Ofimático es el mejor ejemplo de cómo no debería desarrollarse el urbanismo de una ciudad moderna. Más de tres décadas después de que Francisco Vázquez, ya jubilado, y el entonces conselleiro de Política Territorial, Xosé Cuíña, introdujeron en el vocabulario de los coruñeses una palabra que sonaba a modernidad.

La entrada de la ciudad era entonces una pequeña selva, con una imagen poco adecuada para una urbe que pretendía ser vanguardia. Y sustituir un lodazal repleto de maleza por un moderno parque tecnológico de oficinas sonaba a música celestial.

Pero la política se impuso al sentido común. Pasaron tres presidentes de la Xunta, cuatro conselleiros de Infraestruturas, tres alcaldes, media docena de concejales de Urbanismo y un polémico proceso de urbanización de la parcela antes de llegar al veredicto de las urnas que, siguiendo la doctrina legal vigente, parece inejecutable al haberse superado ya el sesenta por ciento del total de la obra.

Cambios polémicos. Fue la hoy portavoz socialista Mar Barcón, entonces concejala de Urbanismo, la que anunció que A Coruña se sumaba a la modernidad al incluir a los pequeños propietarios como agentes urbanizadores mediante el sistema de cooperación, que convertía al Ayuntamiento en un agente licitador y recaudador de las cuotas de los promotores. Y la concejala nacionalista María Xosé Bravo, a la que estos días se pudo ver en las manifestaciones contra el desalojo de uno de los antiguos vecinos del polígono protestando contra la medida, se encontraba en la junta de gobierno que aprobó la adjudicación a Acciona del cuantioso contrato de casi cuarenta millones de euros en las puertas de las elecciones municipales. El mismo contrato, por cierto, que hipoteca seis millones de las cuentas municipales cada ejercicio para completar la urbanización de la parcela dentro de los plazos previstos.

La utilidad del plan. La resolución del Contencioso número 4 -contra la que el Ayuntamiento piensa recurrir- no es la primera que cuestiona un modelo por el que el bipartito apostó en varias ocasiones: la adjudicación conjunta del desarrollo del proyecto y las obra. Pero el Ofimático ya poco tiene que ver con aquella primera idea con la que se concibió el polígono. El crecimiento urbanístico ha ahogado la ciudad y a su principal arteria de entrada, Alfonso Molina. Por el nudo de Pocomaco, además del servicio al polígono industrial, circulan los más de diez mil vecinos asentados en Novo Mesoiro y otros varios cientos de residentes en el desarrollo de Someso. El plan original del Ofimático, además de pisos, incluía un sistema general viario con un puente sobre Lavedra que se antoja como una medida imprescindible para reducir los atascos en uno de los principales puntos negros de la ciudad. Toca redefinir el proyecto. Y afinar en los precios.