La travesía queda aislada desde hoy desde la estación de tren hasta Pérez Ardá para reponer una tubería de abastecimiento
26 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Hoy se cumplen diez días desde que reventara en la ronda de Outeiro una canalización de agua que anegó la calle y obligó a cortar la vía con el consiguiente caos circulatorio. El drama fue mayor de lo previsto e hizo falta excavar siete metros para llegar al tubo, de los años sesenta, y repararlo, operación que se hizo, pero que no sirvió porque volvió a resquebrajarse. Así, se decidió sustituir un tramo cien metros de la canalización y zanjar el problema.
Eso sí, todo el proceso está teniendo un duro coste para los conductores, que vieron como anoche -a las doce- y hasta mañana la apertura parcial de la ronda volverá a desaparecer. Ya no se podrá coger el desvío desde Alfonso Molina, con lo que se prevé que los problemas se multipliquen una vez más.
Los dos carriles en sentido bajada permanecerán inutilizados entre la estación de tren de San Cristóbal y Pérez Ardá por los trabajos, pese a que Emalcsa pondrá todo su empeño en acortar tiempos.
De hecho, la compañía pública pretende liquidar en 40 horas como máximo la cirugía de la red para que durante la tarde de mañana los coches puedan volver a circular.
En total, suman una semana entera de trabajos. Mucho tiempo para los afectados, pero poco si se mira con criterios constructivos, ya que según Emalcsa, «en menos de siete días» se habrá culminado una operación que, sin los planes puestos en marcha, se habría prolongado durante un mes.
Seguridad
La decisión de volver a cortar íntegramente los dos carriles se ha tomado, indican desde la empresa de aguas de A Coruña, «por la seguridad de los conductores y de los trabajadores», y aseguran que las obras no afectarán al abastecimiento. «Durante el corte de la ronda de Outeiro las alternativas serán las mismas que la semana pasada, desviando el tráfico de salida por Joaquín Planells, General Rubín, hacia la rotonda de las Pajaritas», explican desde la compañía.
Quienes han sufrido esos desvíos -pese a la presencia policial, que algo aliviaba- conocen las molestias a las que, un día más, tendrán que enfrentarse. Los atascos en la ronda, especialmente al principio del problema, se convirtieron en un tormento centrado en el tapón que se formaba en San Cristóbal. Esa situación, parece, tiene ahora las horas contadas.