«Muchos no vienen a recoger sus zapatos»

[César Delgado]

A CORUÑA

17 nov 2014 . Actualizado a las 18:44 h.

El zapatero Jaime es un icono de la rúa Travesa, donde pronto cerrará su local para irse o otro «muy cercano»

El espacio donde hoy trabaja Jaime Rey fue inaugurado por su padre en 1931

[Toni Silva] Cualquier paseante que entra por primera vez en la rúa Travesa de Betanzos ya sospecha que allí opera un zapatero. El olor a suela y cola sale a recibirle. Y el viandante, que ya pocas dudas tenía, confirma la presencia del artesano esta vez por la vista, al leer en un azulejo colgado en la fachada que allí, efectivamente, trabaja un zapatero.

El habitáculo es oscuro y desordenado. Allí se amontonan cientos de historias particulares, zapatos con conviven entre sí temporalmente a la espera de su puesta a punto. Y a veces, para siempre. «Muchos no vienen a recogerlos nunca, o se olvidan o dejan de interesarles, pero no vienen». Lo dice Jaime Rey Prieto, el inquilino y operario de este museo del calzado coronado por una fotografía de su padre, Ramón Rey, quien abrió aquel local en 1931. «Era muy hablador y se ganaba a los clientes, tenía un carácter fuerte pero muy buen corazón».

Desde muy joven, y con las lecciones de su progenitor, Jaime ha reparado el calzado de Betanzos y media comarca. También ha visto la decadencia de la calidad de los zapatos, como si ahora se fabricarse con obsolescencia programada. «Un zapato de hace treinta años le da mil vueltas a uno de ahora», sentencia Jaime, que afronta la primera mudanza laboral de su vida. Porque este lugar inaugurado en el año de la segunda República está a punto de cerrar. «A finales de este año o a principios del 2015 me voy a mudar, pero ya aviso que está muy cerca, cerquísima», dice este hombre que presume de poner tapas sin dedicarse a la hostelería.

¿Algún famoso entre la clientela? «La mujer de Manuel Fraga siempre venía a reparar aquí los zapatos cuando veraneaba en Perbes, era una mujer muy amable y una clienta fiel», recuerda Jaime, quien asegura que a mucha gente se la conoce mirándole a los zapatos. Es la psicología del zapatero. «A algunos no les gusta llevarlos muy gastados, otros los llevan sucios, otros limpios... y según ves en sus zapatos deduces que así caminan por la vida», reflexiona Rey Prieto. Antes de concluir, desmonta otro mito. En contra de lo que se pudiera pensar, los zapateros no se benefician con la crisis pese a que ahora se compre menos y se arregla más. Sentencia con un caso matemático: «Si te cobro 5 euros por unas tapas y en la feria encuentras un par nuevo por 10, ¿qué haces?».