Un complejo propiedad del Puerto y en concesión hasta el año 2027

e. e. a coruña / la voz

A CORUÑA

23 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La venta del Finisterre es, en realidad, una transacción sobre los derechos de la concesión. El inmueble, que se comenzó a levantar por orden ministerial en 1941, es propiedad de la Autoridad Portuaria, que cobra un canon anual tanto por el establecimiento como por el complejo deportivo de la Solana, vinculado al mismo.

En total, suma unos 28.000 metros cuadrados en un enclave privilegiado de la ciudad, donde el único cinco estrellas tiene un estrecho vínculo con sus vecinos. Seguramente no son muchos los que han pernoctado allí, pero sí son multitud lo que han conocido sus bellos salones. El porcentaje de parejas coruñesas casadas allí no es bajo, como tampoco lo es la cifra de actos políticos, culturales y de diverso tipo celebrados en el establecimiento.

Un conjunto protegido

Unos salones, por cierto, cuya decoración figura por primera vez en la ficha del Pepri coruñés. El plan especial del casco histórico protege ahora la decoración interior de esas estancias, así como las fachadas y la estructura del inmueble, un emblema de la ciudad que cambia otra vez de manos y que hace una década fue sometido a una importante reforma para modernizar unas instalaciones ya veteranas.

Esa veteranía, con todo, es un plus en el caso del Finisterre. Forma parte de ese exclusivo club de antiguos establecimientos que han logrado sobrevivir a las crisis y los años hasta convertirse en iconos con valor de marca. En Galicia no hay muchos casos, tal vez el Gran Hotel de La Toja o los balnearios de Mondariz y Guitiriz, estos últimos con los matices vinculados a las reformas de su reconstrucción.