Las dieciocho embarcaciones caseras de Suevos llegaron todas a puerto

Dolores Vázquez ARTEIXO / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

25 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No tenían el PER, la licencia para llevar barcos recreativos, pero los dieciocho patrones que participaron ayer en la XXVII Regata de Embarcaciones Caseras de Suevos llegaron todos a puerto. No hubo naufragios ni tuvieron que trabajar los equipos de salvamento. «Es la primera vez en los 27 años que llegaron todas, fue un éxito total», se congratulaba ayer Carlos Docampo, presidente del Club Náutico Langosteira, entidad que promueve un certamen en el que es obligado más que informes de navegabilidad, creatividad, humor y un buen disfraz.

Hubo sol y el día acompañó, pero la participación fue más tímida que otros años y no hubo overbooking en el mar. Sí lo humo en tierra, la prueba causa expectación y mucha gente no quiso perdérsela.

La Cosa fue la embarcación más rápida en completar el recorrido del campo de regata. «Era horrible, espantosa, la embarcación más fea, tienen la habilidad de siempre hacer el barco más horrible», comentaban otros participantes sobre el justo vencedor en velocidad.

Una ballena, la más bonita

Como más bonita fue elegida la bautizada como La Orca, una ballena con dos tripulantes, que tenía muy poco de asesina, pero que estaba muy lograda con su cola levantada. La embarcación más original hacía un guiño al universo de Star Wars. Si Han Solo y Chewbacca iban en el Halcón Milenario surcando las galaxias, en Suevos lo que competió, con un sentimiento más patrio, fue el Lacón Milenario. «Tenía un parecido a la nave», se atrevieron a aventurar algunos, aunque no se la vio en ningún momento superar la velocidad de la luz durante su travesía.

El diseño más original de las embarcaciones caseras fue para los amantes de la serie de los setenta Starsky y Hutch. El automóvil de aquellos policías televisivos estaba logrado y tuvo mucho tirón para los amantes del revival.

El premio para la más grande fue para un barco de los galos que iban distribuyendo entre los participantes poción mágica como la que en su día se tomó Obelix. Esta jugaba con ventaja porque la construyó Docampo y aseguraba que ya la fabricó con la idea de que fuese la de mayor tamaño de la competición.

Del astillero de Suevos también salieron interesantes propuestas de embarcaciones vikingas, hasta de un avión con ansias de convertirse en hidroavión y hasta un caracol náutico.

Aunque no fueron seleccionados como ganadores en las categorías del certamen, hubo participantes cuyo espectáculo causó admiración. Algunos podrían competir en el carnaval choqueiro de la calle de la Torre coruñesa y estarían en total sintonía.