Madness enloquece la playa de Riazor en el cierre del Noroeste

Javier Becerra
Javier Becerra A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Cesar Quian

Los británicos reunieron a 20.000 personas en la segunda jornada del Noroeste Pop Rock

11 ago 2014 . Actualizado a las 13:30 h.

Lo ponen a tiro desde su nombre (locura en castellano). Pero también con su actitud. Madness le puso el broche final a la edición del 2014 del Noroeste Pop Rock con lo que se esperaba de ellos: una gran fiesta pop en la playa ante miles de personas. Estirando su leyenda al tiempo actual, mostraron un sonido terso, vivo, contagioso y saltarín. Desde el primer suspiro.

Sí, tras disparar una introducción preguntando «¿Ser o no ser? Esa es la cuestión» y soltar un «¡Boooooas Noites!» un tanto heterodoxo, abrieron a lo grande. Dos de sus grandes hits, Night Boat To Cairo y Embarrassment, y la audiencia en su mano. Bailando en ella, por supuesto.

Su elegante puesta en escena y la solvencia instrumental se encargaron del resto. A partir de ahí, se fueron disparando clásicos y más clásicos entre ritmos sincopados, pianos trotones y vientos que agitaban los cuerpos de la audiencia. Es su receta básica, ya sabida. Faltaba validarla en directo. Y con piezas como The Prince, Take It or Leave It o House of Fun lo hicieron con nota.

Al cierre de esta edición, el grupo enfilaba el último tramo de su actuación, en la que se esperaban canciones como Our House, It Must Be Love o One Step Beyond. El Ayuntamiento entonces cifraba la asistencia en unas 20.000 personas.

El guiño heavy de Los Eskizos

Antes, Los Eskizos firmaron una gran actuación, la tercera desde su reunión. Veintidós años después de su intervención en el mismo festival en 1992 volvieron con más años pero con las mismas armas de siempre: rock de garage que mira en múltiples direcciones. Atacaron a MC5, con su ya clásica lectura de Looking at You. Repasaron sus clásicos, como Tell Me Why o Yeah! Bascularon hacia la psicodelia con Little Maiden. Y mostraron algunos inéditos que avistan futuro más allá de la nostalgia.

Reforzados con los teclados de Diego Veiga (One Of These Days), le dieron nuevo brillo a los temas, se sobrepusieron a los titubeos iniciales y, finalmente, dejaron al público boquiabierto con una versión del Ace Of Spades de Motörhead. El bajista Iago Alvite se metió en la piel de Lemmy Kilmister ante el delirio de las primeras filas.

La noche la inauguraron Bourbon Queen, mostrando la valía de su rock de tintes clásicos. Y le siguieron una de las bandas del momento en la ciudad, Ánima. Herederos del sonido grunge, pasando por los diferentes filtros del rock posterior. Muy compactos y con poderío se reafirmaron como un nombre a tener muy en cuenta.