Internan a un psicótico tras un año amenazando con hachas y cuchillos a vecinos

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Subía y bajaba las escaleras del edificio armado y prometiéndole la muerte a todo el que se cruzaba con él

29 jul 2014 . Actualizado a las 09:55 h.

Los vecinos de un edificio de la plaza Laxes de Orro (Elviña) tuvieron que convivir durante un año entero con un vecino con serios trastornos mentales. Era habitual verlo vagar por las escaleras armado con hachas y cuchillos amenazando de muerte a todo el que se cruzaba en su camino. O aporrear puertas a altas horas de la madrugada. No era dueño de sus actos. Escuchaba ruidos que no existían y solía sentirse perseguido por algunos de sus vecinos cuando no era cierto. Padecía un trastorno de ideas delirantes de tipo persecutorio, con persistencia de síntomas delirante, lo que dejaba sus funciones psíquicas gravemente alteradas. Lo peor es que no se medicaba ni estaba al cuidado de nadie. Hizo lo que su mente le decía que hiciera durante un año, hasta que la Justicia, aunque tarde, actuó, pues le impusieron una orden de alejamiento respecto a sus vecinos y lo ingresaron en un centro psiquiátrico, medida que ahora se le amplía una vez que el Juzgado condenó la semana pasada a este hombre por un delito de amenazas por el que le obliga a pasar seis meses más en el sanatorio y que durante los próximos cuatro años no se acerque a menos de 300 metros del edificio donde residía.

Estos hechos, que fueron juzgados hace un mes y ahora condenados, comenzaron a producirse en el 2009 y continuaron en el tiempo hasta un año después, cuando al fin se tomaron medidas. Los vecinos del edificio, según aparece en la sentencia, «vieron gravemente alterada la paz familiar» como consecuencia de la enfermedad del hombre. El juez destaca un episodio que supone un buen ejemplo para comprobar por todo lo que tuvieron que pasar los residentes en el inmueble. Ocurrió el 3 de abril del 2009, sobre el mediodía. Un vecino salió al rellano con su hija de 9 años y se encontró al ahora condenado con el torso desnudo y portando un hacha. Se dirigió a ellos alzando el arma, gesticulando y diciendo «¿qué quieres?» Rápidamente, volvieron sobre sus pasos y se encerraron en casa. Aquello ocasionó a la menor importantes «perturbaciones anímicas», según la sentencia, llegando la cría a no querer salir de casa por miedo a encontrarse al hombre.

También era habitual que el procesado acudiese a la puerta del vecino de arriba aporreándola con todo tipo de objetos, desde martillos a hachas, «profiriendo expresiones ofensivas y diciéndole que lo iba a matar».

Finalmente, un auto judicial ordenó su internamiento forzoso en un centro psiquiátrico después de que los vecinos lo solicitasen numerosas veces.