De disparate se puede tildar la planificación del Ministerio de Fomento con respecto a las infraestructuras de A Coruña y su área de influencia. No hace falta hablar de los más de diez años empleados en construir los diez kilómetros de la tercera ronda. O las anualidades que van de los accesos al puerto exterior. Tampoco es necesario recordar el recorte en cien metros de la ampliación de Alvedro, o la suspensión, maldita crisis, útil excusa, o la paralización sine die de los proyectos de la nueva terminal o la ampliación de la intermodal. El dichoso parné tiene la culpa en buena parte de esas decisiones y, aunque cueste entenderlas por el criterio de oportunidad, al menos existen.
Pero hay otras resoluciones que rozan el disparate. Y lo del transporte de contenedores es una de ellas. ADIF dispone de una infraestructura idónea en el centro de la ciudad, con un movimiento intenso de mercancías que en los últimos años ha sido cercenado por Renfe, todos ellos dependientes de Fomento.
Mientras Europa traslada sobre raíles casi la quinta parte de sus mercancías, A Coruña, con su puerto nodal y el futuro muelle de contenedores en el Centenario, es privada de una herramienta competitiva con la que se perjudican a varias de las empresas punteras de la comarca. Y la excusa no es el coste. La infraestructura está hecha. ¿Hará algo el Ayuntamiento para impedir este nuevo agravio? Ojalá.