El fiscal sostiene que las tenían encerradas en un club de Bergondo
28 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Con el mismo engaño con el que trajeron a miles de mujeres a España para terminar ejerciendo la prostitución, las acusadas destrozaron la vida de dos chicas rumanas. Las fueron a buscar al lugar más pobre de aquel país. Y dentro de ahí, a las jóvenes más desamparadas. A las chicas, que no sabían ni leer ni escribir, les ofrecieron un trabajo en el servicio doméstico. Les prometieron un sueldo y un techo, así como las tres comidas. Y les pusieron un billete de autobús en la mano con destino A Coruña. En esta ciudad fueron recibidas por las acusadas, que en lugar de llevarlas a una vivienda en la que trabajar como sirvientas, las llevaron a un club de alterne, donde les informaron que los planes que tenían para ellas habían cambiado. Les dijeron que los gastos de su viaje a España tenían que devolverlos. Y para ello tendrían que trabajar como prostitutas. Así, les informaron de que la media hora con el cliente sería de 50 euros y la hora de 100. La mitad correspondería a ellas y la otra mitad a saldar la deuda. Y para que no se les pasara por la cabeza poner distancia con el club, tendrían que vivir en un estado de semiencierro, en el que tendrían unos minutos al día para salir a fumar, siempre vigiladas, y por las noches las puertas del establecimiento, en Bergondo, estarían cerradas. También les dijeron que su horario sería de cinco de la tarde a cinco de la madrugada, si bien algún cliente se rezagaba, había que quedarse para atenderlo.
También se investigó al propietario del club, pero la Fiscalía no encontró pruebas algunas que invitaran a pensar que sabía la procedencia de las chicas o las condiciones de trabajo. Lo único que conocía era a lo que se dedicaban, de ahí que no se le juzgue.
Quienes sí ocuparán el banquillo son las dos mujeres rumanas acusadas de traer a mujeres a España con engaños para ejercer la prostitución. De ahí que la Fiscalía pida para ellas una pena de seis años de prisión como autoras de un delito de trata de seres humanos con fines de prostitución.
También se intentó juzgar a la persona que hacía de intermediaria en Rumanía, la encargada de buscar a jóvenes sin recursos. Pero fue imposible dar con su paradero.