María, con la música a todas partes

A CORUÑA

f. blanco

Esta clarinetista da clases en Sada, A Coruña y Arteixo todas las semanas

05 jun 2014 . Actualizado a las 21:43 h.

Con su clarinete a cuestas, María Rodríguez dibuja cada semana otro instrumento musical. Es el triángulo que diseña entre su Sada natal, A Coruña y Arteixo para impartir clase a un total de 27 niños. El suyo no es un caso aislado. Porque así es la vida de los músicos profesionales. Actuaciones esporádicas aquí y allí con la docencia como base económica. Pero pocas carreras como la musical tienen la vocación tan a flor de piel. Así, la música no es una profesión sino un estilo de vida. Da igual que los años de sacrificio no sean correspondidos con la remuneración de un piloto o un arquitecto. Da igual que España no respire la sensibilidad musical de la Europa del Este o Irlanda o Austria. El músico siempre será feliz viviendo (o sobreviviendo) de la música.

María, nacida con la resaca del Mundial 82 de Naranjito, es historia viva de la música en Sada. Es una de las integrantes de la banda en el momento de su fundación, una entidad que acaba de superar las dos décadas de vida. Y a ella sigue vinculada actualmente guiando a los más jóvenes. Su especialidad, como ya se dijo más arriba, es el clarinete, e imparte clases a doce niños en A Coruña, once en Sada y cuatro en Arteixo. «¿Que si se vive de la música? Sí, el problema son los contratos porque generalmente abarcan de septiembre a junio y en verano te vas al paro y solo cobras de una de las tres escuelas», señala María, quien, además de sus estudios superiores en música, es licenciada en Ciencias Políticas. «Y estudiaría más carreras, si me tocara una primitiva me dedicaría a estudiar», asegura. El mensaje suena raro ya que buena parte de los mortales se imagina ante una playa paradisíaca y un cóctel en la mano si una primitiva llegase a su vida. «Muchos dicen que soy rara. Por ejemplo, no tengo Facebook, ni lo pienso tener...». Además del contacto con la música, las clases reportan a María momentos muy gratificantes al comprobar la evolución de sus alumnos. Y avisa: «Tengo dos que van muy bien, pueden llegar lejos». Para ellos no será un camino fácil. La crisis también se ha colado entre los pentagramas. «Al año en un conservatorio superior en Galicia pueden acabar cinco clarinetistas, ya solo ir al conservatorio y acabar la carrera es un logro grande, pero está todo fastidiado y hay muy pocas plazas en todas las especialidades», asegura. «Entre los jóvenes siempre hay algo más de interés por los instrumentos de viento debido al reclamo de las bandas», añade.

¿Y quién es su director de orquesta favorito? Daniel Barenboim. «Me gustó mucho su iniciativa de juntar bajo su batuta a músicos israelíes y palestinos», recuerda. Entre los clarinetistas, «en la banda municipal de A Coruña los hay muy buenos, y por supuesto en la OSG», explica esta sadense que compagina la música con otra de las labores que más satisfacciones le reporta, el cuidado de su sobrino.

Ma