«Un día entró en mi despacho con traje de neopreno y salió corriendo»

La Voz

A CORUÑA

25 ene 2013 . Actualizado a las 13:21 h.

«Tampoco soy un loco, evalué la situación y no fue totalmente irreflexivo». Así evoca Antonio Vilar Perón, biólogo de la Casa de las Peces, lo ocurrido el 13 de febrero de 2006 cuando salvó a un percebeiro furtivo que estaba a punto de ahogarse delante del Acuario. «Estaba en mi despacho y vino un acuarista a decirme que se estaba ahogando un chico», recuerda. La reacción fue que «en lugar de ir a ver qué pasaba fui a coger el traje de buceo, porque vas hacer una cosa que te puede llevar un minuto que después será vital». Detalla que esta decisión venía dada por los ensayos de salvamento en los que había participado. Y es que, según explica, la forma de afrontar ese salvamento está protocolizado y por ello buscó el sitio más seguro para meterse en el agua, después de localizar con la mirada al joven y hacerse con un aro salvavidas con el fin de que la reacción del percebeiro, agarrándose a él, no los pusiera a los dos en peligro. Dado el estado del mar, cuando se hizo con el joven «nos alejamos para evitar las rompientes» y allí esperaron la llegada de la Salvamar que los recogió. Antonio Vilar apunta que «me parece que ahora es percebeiro legal» pero a los dos meses del salvamento ocurrió un hecho que narra divertido: «Un día entró en mi despacho con traje de neopreno, de esos que usan los furtivos, me dejó allí el paipo (un flotador) y salió corriendo». Vilar explica, divertido, que salió detrás y vio como trataba de escapar del servicio de vigilancia de Pesca porque estaba mariscando ilegalmente.