Los okupas de A Moura condicionan su salida a la ampliación de ayudas

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Afirman que no pueden sobrevivir sin las subvenciones para el alquiler que les dieron cuando abandonaron Penamoa

19 abr 2012 . Actualizado a las 13:01 h.

Quieren más dinero. Si no, se quedan. Así de claro lo tienen los realojados de Penamoa que llevan una semana ocupando parte de un edificio de A Moura. Si bien la mayoría mantienen el pulso con el Ayuntamiento, algunos ya han dado el brazo a torcer después de que técnicos de Servicios Sociales hablasen con ellos y les explicasen que por ese camino no iban a conseguir nada. Así lo reconoció ayer el teniente de alcalde Julio Flores. Dio constancia de que se logró convencer a uno para que abandonase la ocupación y se prevé que en los próximos días haya otros okupas que sigan los mismos pasos. «Hay constancia de una persona que ha dejado a su familia en el piso de alquiler al que optó con ayudas al abandonar el poblado chabolista y ocupó en solitario un piso de A Moura. Se habló con él y se le convenció», dijo el edil de seguridad.

Pero hay otros, sobre todo aquellos que no han formado parte del plan de erradicación del chabolismo -porque no quisieron o porque sus actividades ilícitas se lo impedían-, que no están dispuestos a abandonar la ocupación. Sus circunstancias son muy distintas a las de todos aquellos que sí recibieron o reciben subvenciones, pues carecen de un domicilio fijo y desde que fueron expulsados de Penamoa vagan de casa en casa.

Otros sí reciben o recibían ayudas, y ahí continúan. El Ayuntamiento aporta la mitad de los alquileres y ellos el resto. El problema es que esa prestación solo se otorga durante los dos primeros años tras el desalojo de Penamoa y muchos ya no la reciben o están a punto de perderla. Dicen que no tienen dinero para afrontar todos los gastos familiares. Muchos, ni trabajo. Ese es el argumento que esgrimieron. Pero, según fuentes municipales, no habrá ampliación. Las prestaciones son las que hay y las que hubo. Eso sí, se les brinda la oportunidad de acogerse a planes de formación y de todo proyecto dirigido a mejorar sus vidas. Pero dinero contante y sonante, nada de nada.

Mientras, desde María Pita y los domicilios de los 50 compradores en A Moura se sigue a la espera de que el juez ordene el desalojo.