En busca del buen vestir «hippie»

Javier Becerra
Javier becerra A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Desde su firma Bendita la Hora esta coruñesa diseña turbantes y tocados exclusivos

13 jun 2011 . Actualizado a las 13:34 h.

De pequeña Georgia Amor no jugaba con muñecas. «Me las regalaban y yo las vestía, pero lo de jugar con ellas me aburría muchísimo», recuerda. Esa predilección por vestir le venía de familia: «Mi bisabuela ya era modista y palillaba. Luego, tengo un tío modisto, siempre hubo gente en mi familia vinculada con la moda». Y si a todo ello se le añade el empuje de sus amigos («me decían que hiciera algo, que me animase, que sacase algo propio») el resultado es Bendita la Hora, la firma de complementos que regenta desde el año pasado.

«Empecé con un blog. Fotografié algunas de las cosas que había hecho y tuvieron muy buena acogida», recuerda. Las cosas son, fundamentalmente tocados, diademas y, muy especialmente, turbantes. «Son diferentes al típico tocado y este año están despuntando muchísimo -apunta-, los ves en casi todos los estilismos de moda. A mí me apetecía hacer algo un poco más sofisticado con encajes, no los típicos turbantes de tela que se ven por ahí».

Esa predilección viene del gusto de Georgia por lo «étnico-oriental y lo hippie» y, pese a que la coyuntura de las tendencias sopla a su favor, nota que en A Coruña falta un poco de empuje. «A la gente le cuesta atreverse, pero, ya el año pasado, en invierno, empezó a verse gente con gorros y tiende incluso a ser exagerado. Es decir, llevarlo y que se note».

Consciente de que, en ocasiones, lo hippie no se asocia a «lo elegante y el buen vestir», se propuso «cambiar un poco ese chip, haciendo cosas de calidad y elaboradas que atraigan a otro público». A todo ello hay que sumarle la exclusividad, ya que se trata en su mayoría de piezas únicas o de una edición muy limitada, que no cuentan con gran predicamento en Galicia: «Yo no conozco a nadie que lo haga. He visto en algún blog cosas, pero no como lo mío».

Ello le ha generado , por ahora, una generosa lista de clientas fieles. «Una vez que dan el paso repiten -dice-. Tengo clientas que han comprado hasta cinco piezas diferentes». Aprecian la calidad de los acabados y ese toque de «maniática y perfeccionista» que le impide a Georgia poner a la venta un producto que ella misma no usaría para sí. «Todo se hace a mano y me preocupo de que el resultado final esté a la altura», concluye.