«Queríamos meter a la ciudad en el circuito internacional»

J.?B.

A CORUÑA

27 jul 2009 . Actualizado a las 14:23 h.

Lo de montar un concierto de un artista de la talla de Prince en una ciudad de las dimensiones de A Coruña en 1990 tuvo mucho de tirarse a la piscina. «Fue una decisión muy valiente de Eduardo Blanco, el que era el concejal de Fiestas», recuerda Ramón Barros, que formó parte del equipo que llevó a cabo aquella contratación, junto a Manuel Roca y Lalo Sánchez. «Queríamos meter a la ciudad dentro del circuito de grandes conciertos internacionales, que en aquel tiempo rara vez salían del triángulo formado entre Barcelona, Madrid y San Sebastián», dice.

El concierto tuvo lugar en un emplazamiento atípico: el campo de fútbol del colegio Santa María del Mar. «El Estadio de Riazor no se podía usar y no existía otro recinto -comenta Barros-. Yo creo que es un buen sitio. Además, se cortó el tráfico en las Jubias con buses continuos y estuvo muy bien organizado». Precisamente los aspectos organizativos fueron los que encarecieron el concierto: «Hubo costes de producción muy altos. En cierto modo, fueron debidos a nuestra inexperiencia».

Ambiente festivo

El concierto superó las 20.000 personas y se desarrolló en un ambiente de fiesta total. En la pequeña grada situada a un lado del campo se llegó a hacer la ola. Los bises finales fueron engalanados con una espectacular sesión de fuegos de artificio. Pero sobre todo brilló un artista que encandiló el público con un repertorio plagado de joyas como The Future, 1999, Kiss, Take Me With U o Purple Rain. «Yo lo recuerdo como una noche impresionante, con gente en barcos viendo el concierto desde la ría y una temperatura perfecta. La verdad es que fue un concierto mítico», resalta.

Mítico también fue el catálogo de exigencias del artista, que hizo honor a su fama de divo excéntrico. Barros lo detalla: «Sí, tuvo como camerino todo el polideportivo del colegio que pidió que fuera revestido de moqueta con color arena. También nos pidió un juego de espalderas, una mesa de billar e incluso una cámara de oxígeno. Ahí también fuimos un poco novatos porque, hoy en día, no tragaríamos con muchas de las peticiones». Lo que no fue verdad es la leyenda que circuló en los momentos previos: que Prince iba a aterrizar en un globo aerostático. «Eso se difundió por ahí, es cierto, pero el globo era publicitario».

A diecinueve años vista de aquello, Barros reconoce que «el concierto de Prince no fue rentable desde un punto de vista económico, pero sí como imagen de ciudad y de prestigio». Sobre el nivel de los conciertos que se podrán ver este verano en A Coruña, Barros declinó hacer comentarios.