Médicos vocacionales desde la cuna

A CORUÑA

En unas pruebas sobre idoneidad, al padre le dijeron que lo suyo era ser cirujano; y el hijo confiesa que nunca se planteó otra posibilidad que no fuera estudiar medicina

07 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Esa es una cría de gorrión, es muy pequeña...». El pájaro se busca la vida, torpemente, cerca de la entrada de una cafetería de Alfredo Vicenti, y al médico, urólogo, Luis Busto Castañón no le ha pasado desapercibido. Confiesa su afición a la caza, practicada «desde los siete años, tenemos un gran tradición familiar», para a continuación apuntar su interés por el medio ambiente, que hasta le sirvió para obtener una matrícula allá por los años 70, «cuando nadie hablaba de la contaminación y yo lo hice en una asignatura que se llamaba algo así como Medicina e Higiene». Claro que el experto en matrículas de honor es el hijo, que obtuvo 18 durante sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra.

La presencia de un familiar y la caza fueron los dos argumentos que llevaron a Busto Castañón a dejar Asturias para ir a estudiar medicina a Valladolid, además de que en la capital asturiana no había estas enseñanzas en aquel año de 1969. «En un test de estos que te hacen antes de irte a estudiar a la universidad, me dijeron que lo mío era ser cirujano, no médico: cirujano. Así que me puse a ello», recuerda. Su hijo sostiene que nunca tuvo la menor duda de que lo suyo era ser médico, «y eso sin que mis padres me dijeran nada; supongo que, por la costumbre de ver a mi madre, que es enfermera, y a mi padre. Nunca me planteé ser otra cosa».

Tras un tiempo en Palencia, Busto Castañón obtiene por oposición la plaza de médico residente de urología en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña («para mí, y para los médicos de mi generación, será siempre el Canalejo, porque además lo han dejado sin nombre porque el materno se llama Teresa Herrera, el Abente y Lago, el de Oza y el otro que no tiene nombre»).

Más de tres décadas en la ciudad y 27 años con una consulta privada abierta dan para mucho, desde presidir el centro asturiano, que la tierra natal sigue pesando lo suyo, hasta formar a los licenciados que optaban al MIR, una tarea que entonces promovía el Colegio de Médicos.

El MIR también lo hizo Busto Martín, con el número 313 de los 11.000 de toda España, y siendo el tercero de su especialidad. «Ahora soy residente de primer año». Le quedan otros cuatro. Es un tiempo de formación, «ahora es cuando tengo que aprender, en las guardias te das cuenta de muchas cosas que tienes que estudiar». Reconoce que, en ocasiones, «haría más pruebas para asegurar el diagnóstico, pero no es factible hacerle de todo a cada paciente».

Hablar con el paciente, «el acto médico es un acto personal», es una parte básica de la medicación de Busto Castañón, que sostiene que abrió su consulta privada «para no dejar de ser yo mismo, no un número más del sistema». Apunta un consejo habitual que suele darle a su hijo: «Luis, habla con la gente, no te saques al enfermo de encima. Vale más el trato personal que toda la medicina». Y Busto júnior ha asumido el consejo, «aunque a veces te pillen cansado». También habla de sus viajes: «Seguiré haciéndolos, son mis vacaciones, mientras pueda», y silencia otra afición: toca bastante bien la guitarra, dicen quienes le han escuchado.

El padre resume la relación entre ambos: «Es el hijo que todo padre desearía tener».