El cineasta que mejor plasmó la negrura de Ellroy

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Además del filme «L.A. Confidential», el cineasta Curtis Hanson deja otras cintas excelentes como «Jóvenes prodigiosos»

22 sep 2016 . Actualizado a las 07:44 h.

No es fácil interpretar el mundo oscuro de James Ellroy. Un lector bien puede hacerlo -los tiene a millones-, pero más extraño es que aparezca un cineasta que lo logre, ni siquiera cuando el propio autor ha participado en la elaboración del guion (caso de Jazz blanco). Ha fracasado hasta Brian de Palma. Sin embargo, ha habido uno, el estadounidense Curtis Hanson (Reno, Nevada, 1945-Hollywood Hills, Los Ángeles, 2016) que lo ha logrado. Hanson lo bordó en L.A. Confidential (1987), trabajo que le granjeó un año después un Óscar al mejor guion adaptado y que supuso el mayor pico de fama en su carrera, levantada con discreción. También Kim Basinger obtuvo el premio a la mejor actriz de reparto. E incluso supuso una inflexión en la trayectoria literaria y la popularidad del perro diabólico de la literatura americana.

Hanson falleció el pasado martes a los 71 años. Como en una novela de Ellroy, la policía de Los Ángeles recibió a las cinco de la tarde una llamada para que acudiese, por una emergencia sanitaria, al domicilio del realizador. Los agentes llegaron a la casa y constataron la muerte de Hanson por «causas naturales» y, según TMZ, un infarto estaría tras el óbito. El cineasta padecía problemas cardíacos y ya en el 2011 tuvo que dejar el rodaje de Persiguiendo Mavericks (que concluyó Michael Apted) por complicaciones derivadas de una operación. Además, hacía algunos años que le habían diagnosticado alzhéimer, mal degenerativo que agravó sus dolencias de corazón.

La obra de Hanson no se ciñe únicamente a L.A. Confidential. Deja algunos trabajos de gran genio como Jóvenes prodigiosos (2000) y otras cintas apreciables como 8 millas (2002) y Río salvaje (1994), además de un notable éxito comercial, La mano que mece la cuna (1992), un thriller de muy buena factura pero un poco tramposillo.

«Hanson creyó en mí, en nuestra loca idea de rodar una película [8 millas] sobre una batalla de rap en Detroit. Básicamente me convirtió en un actor», elogió ayer Eminen como último emocionado homenaje.