Jason Bourne, un héroe atípico

Xesús Fraga
X. Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El espía interpretado por Matt Damon destaca por unas cualidades poco comunes en el género de acción, sus escrúpulos morales y una identidad en reconstrucción

25 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los espías son personas atípicas. Y, dentro del espionaje, Jason Bourne lo es todavía más. O, mejor dicho, en el mundo de las películas de acción el personaje que Matt Damon encarna por cuarta vez destaca por unas cualidades que lo distancian de los héroes al uso del género. El atractivo del agente amnésico y el proceso mediante el cual reconstruye su identidad son la base del éxito de la trilogía que ahora se completa con un nuevo filme, titulado lacónicamente Jason Bourne, y que se estrena este viernes. Una impecable factura técnica -guion, ritmo, secundarios, secuencias de acción- y el mensaje de fondo de las películas -la advertencia de los excesos cometidos en el campo de la inteligencia- completan los argumentos a favor de una saga que ha renovado el género precisamente subvirtiendo sus tópicos.

El personaje

Vulnerable. Frente a la monolítica solidez de los héroes de acción, Bourne aparece frágil y vulnerable a causa de su pérdida de memoria. El espectador se identifica rápidamente con esta situación, vínculo que se estrecha en tanto en cuanto el espía desentraña los enigmas de su pasado al mismo tiempo que el público. Lo cual no quiere decir que carezca de habilidades. Las tiene, y muchas: la capacidad física para el combate son requisitos de este tipo de filmes, pero, en este caso, sus destrezas -incluido un muy significativo dominio de varias lenguas- siempre parecen asumibles porque las tramas nunca se despegan de la realidad. Bourne tampoco se ensaña ni hace un uso gratuito de la violencia: la progresiva recuperación de su identidad y la asunción de quién es y para qué fue preparado conduce primero a las dudas y luego a las certezas que nacen de su posición moral. En los filmes de Bourne no hay muchas mujeres, pero las que hay son inteligentes, fuertes y le son de gran ayuda, al revés del tópico de la chica a la que salva el héroe.

El escenario

Excesos. Las tres películas protagonizadas por Damon parten de una premisa poco común en el género de acción que factura Hollywood, más proclive a justificar -y promover- las políticas de vigilancia e intervención mundiales por Estados Unidos. En la trilogía original se asiste a la exposición de los excesos que este celo ha ocasionado en el seno de la inteligencia norteamericana, con un abuso de sus atribuciones que van desde el uso de la tortura hasta el seguimiento indiscriminado. Este último aspecto parece ocupar el primer plano en la nueva entrega, ya que la conmoción que trajeron consigo las revelaciones del exanalista de la CIA Edward Snowden fueron en parte el acicate que necesitaba Damon para volver al papel y Paul Greengrass para dirigir.

El director

Documentales. El británico Paul Greengrass proviene del reporterismo televisivo, medio para el que luego aportaría documentales y películas basadas en hechos reales. En su filmografía ha abordado sucesos como el Domingo sangriento irlandés de 1972 o la invasión de Irak en el 2003. En su trabajo para la saga Bourne -la primera película la dirigió Doug Liman- su manejo de la cámara no glorifica la violencia a través de esa sensación de dominación que el héroe transmite al espectador, sino que lo sitúa en ella para que conozca su virulencia y los excesos que en su nombre se cometen.