Oscars 2016: «Creed», el tiempo siempre gana

Eduardo Galán Blanco

CULTURA

Cuarenta años y seis películas después de su primer combate, Rocky vuelve al ring. Ahora como entrenador del hijo de su eterno rival

24 feb 2016 . Actualizado a las 17:21 h.

Cuarenta años y seis películas después de su primer combate, Rocky vuelve al ring. Aunque ahora lo hace como entrenador del hijo de su eterno rival y amigo, Apolo Creed, que -no podía ser menos- se llama Adonis. «Es un buen chico, solo que pelea todo el tiempo», asegura Phylicia Rashad, la acomodada madrastra del adonis interpretado por Michael B. Jordan, la Antorcha Humana de los últimos Cuatro Fantásticos. Y sí, como su personaje de la Marvel, el chaval inclusero se enciende a menudo, para superar un complejo muy freudiano: su papá murió en la lona a manos del pérfido soviético Dolph Lundgren, antes de que el niño naciera de una relación extraconyugal. En fin, ya está. No hay mucho más. Después de Toro Salvaje, Fat City, Marcado por el odio, El ídolo de barro y tantas otras obras maestras que lo han dicho todo -y de todas las maneras posibles- sobre el boxeo, suponemos que nadie esperará algo nuevo de la séptima entrega de Rocky.

Buscando la figura paterna, el huérfano va al encuentro del alter ego de su papá, un Sylvester Stallone septuagenario, pachucho, artrítico y retirado, recluido en su restaurante de Filadelfia. Bajo su tutela, Adonis peleará con un montón de tarados de nombres sonoros: Stuntman, The Bank, Pretty Ricky, Leo the Lion. Y hay también una chica con rastas -Tessa Thompson- cantante de club que se está quedando sorda y que saca a relucir lo más tierno del hombre de los mamporros. «¡Las mujeres debilitan las piernas!, ¿sabes lo que quiero decir?», brama el semental italiano. No, Rocky, no tenemos ni idea.

Sale, por supuesto, la mítica escalera del Museo de Arte de Philly, que, hace cuatro décadas, Rocky, después de desayunar media docena de huevos crudos, subía con poderío, animado por las trompetas y la fanfarria de Bill Conti. Es la escena final de una película en la que Stallone -ganará el Óscar como secundario- se reafirma como único protagonista real de este sinsentido, bien filmado pero infumable. «El tiempo siempre gana», dice el viejo héroe, esperando su cacharro dorado.