La película más aburrida de toda la historia

La Voz REDACCIÓN

CULTURA

El joven director Charlie Lyne ha rodado «Paint Drying», que pretende sacar de quicio a los censores y entrar en la historia del cine

27 nov 2015 . Actualizado a las 20:41 h.

Los censores cinematográficos han disfrutado de mejores tiempos. Dónde quedan aquellos años en los que un exclusivo grupo de funcionarios del Ministerio de Información y Turismo eran los únicos privilegiados en España que podían disfrutar de las escenas en las que Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Sara Montiel o Johnny Weissmuller aparecían en pantalla con poca ropa. Tras su visionado, metían la tijera a diestro y siniestro con el fin de que no aflorasen los impulsos más básicos de los españoles.

Con la llegada de la Transición y el afianzamiento de la Democracia se produjo una apertura en el mundo del cine y la censura se quedó reducida casi hasta la inexistencia. Su protagonismo no es el que era, ni en España ni en Reino Unido. Sin embargo, en las islas a alguien se la ha ocurrido una idea macabra para que la BBFC -no, no se trata de un fichaje de la delantera del Madrid, que también ha vivido mejores tiempos, si no de la British Board of Film Classification, el cuerpo oficial de censores del gobierno británico- tenga trabajo.

Cualquier película que quiere ser proyectada en los cines del país tiene que lograr el aprobado de la BBFC, algo que desde hace muchos años no es más que un puro trámite por el que los productores de cada film tienen que abonar previamente 100 libras (142 euros) por película y siete libras (alrededor de 10 euros) por cada minuto de metraje. De este modo, si una película dura 100 minutos, el precio final a pagar ascendería hasta los 1.136 euros (142 de cuota fija más 994 por su duración). Una cantidad que para las multinacionales no significa nada en sus desorbitados presupuestos, pero sí un dinero importante para las pequeñas productoras independientes.

Charlie Lyne es un cineasta británico de 24 años que, harto de pagar este canon en cada uno de sus proyectos, ha decidido someter a un pequeña tortura a la BBFC. Los censores, obligados a ver las películas de principio a fin, se van a acordar toda su vida del nombre de este joven cineasta y de su obra Paint Drying (Pintura secándose), la obra más larga y aburrida de la historia. Dura 14 horas. No hay actores. Ni diálogos. Ni música. Se trata solamente de un plano fijo de una pared en la que aparece pintura blanca en pleno proceso de secado al aire.

Tal y como informa la web Omicrono, Charlie Lyne ha lanzado una campaña de crowdfunding a través de la plataforma Kickstarter para reunir fondos y poder añadir minutos y horas a su gran obra para que la tortura psicológica del cuerpo de censores sea todavía mayor.

Es más que probable que Lyne y su película no reciban una invitación para asistir a la próxima gala de los Oscars, pero sin embargo, si logra su objetivo y su película consigue el visto bueno de la BBFC, entrará en la historia del cine como el padre de la película más larga de la historia (marca que en estos instantes posee Out 1 con sus 771 minutos de duración). Y también como el autor de la más aburrida.