«Es el arte el que cambia la vida, no la ciencia»

TEXTO: MARÍA PEÑA LOMBA

CIENCIA

PACO RODRÍGUEZ

Su obra podría estar en un museo de ciencia. Sería un pequeña revolución, de esas que a él le gustan tanto

27 ene 2017 . Actualizado a las 05:20 h.

El doble de la mitad es la propuesta del gallego Rubén Ramos Balsa en el MAC. Tecnología, naturaleza y estética se unen en esta exposición para resaltar el sentido lúdico de la obra de arte.

-Es tu primera individual con más de sesenta obras reunidas en el MAC, ¿todo un reto?

-Realmente es un reto con mi discurso intelectual. En realidad siempre estoy haciendo la misma exposición. Desde una obra se podría leer toda la exposición.

-¿Por qué este título?

-El doble la mitad es el intento de la unidad, es la unidad entendida desde la simetría y desde la repetición. Esa mitad es la que revindico a nivel conceptual. La entrada a la sala se compone de pequeñas imágenes donde se habla de un doble y de una mitad que están siempre en diálogo, al encuentro de la realidad.

 -En ese diálogo, ¿dónde crees que el espectador puede sentir que te comunicas con él?

-En la confrontación con un horizonte del infinito. Planteo un juego óptico mental con el que busco que el espectador reconozca esas líneas del horizonte.

 -¿Qué pasaría si esta exposición estuviese en un museo de ciencias?

-Poner una exposición como esta en un centro científico lo transformaría en un centro de arte. Esa es la capacidad del arte; de hecho, un centro de arte no es un centro de arte hasta que se expone en él alguna obra de arte.

 -La interrelación arte y ciencia caracteriza tu discurso, dime con qué sector del campo de la ingeniería te identificas.

-Con el campo de la inteligencia artificial y la neurología. Me interesa reproducir el modo de cómputo neuronal, plasmar cómo nuestro cerebro computa y genera el concepto de número, basándome en Stanislas Dehaene, que es un matemático y filósofo contemporáneo que tiene una teoría que se titula El acumulador numérico. Yo lo veo desde la morfología, me interesa la inteligencia artificial, pero no para producir un ordenador sintáctico, sino semiótico, es decir, una inteligencia real.

 -Imagina que Stanislas Dehaene se interesara por tu trabajo reunido en el MAC y te preguntara: «¿Por qué debería visitar tu exposición?».

-Porque el arte es fundamental. Para los científicos, el arte podría ser entendido como la ciencia de hacer el instrumento invisible. Esto es un problema muy grande puesto que invisibilizar el instrumento de medición implica invisibilizar la medición en sí. El arte, en ese sentido, es para ellos altamente anti-intuitivo.

 -Normalmente uno genera una definición ideal en la que encaja. Dentro de las artes, ¿cuál sería la tuya?

-Como artista, creo profundamente en el arte y creo que los artistas tenemos que ser agentes activos en el patrón cultural. Y como agentes activos, siempre tenemos la tendencia a provocar revoluciones.

 -¿A qué te refieres con revolución?

-A un cambio de paradigma. Desde el arte siempre estamos proponiendo el cambio de paradigma.

-¿Dónde se sitúa ese cambio de paradigma en tu obra?

-En el momento que hago la obra 100.000 millones de errores, que es una foto de Dípticos de lo mismo donde juego al antes y al después. Ese antes y después nos muestra el juego visual del concepto de tiempo con el cambio en el espacio, y esa idea de cambio me llevó a pensar en el error de la percepción, en el error de lo real. Ahí empezó todo.

 -Sin límite de tiempo, sin límite de espacio, sin ningún límite, ¿qué obra generarías y por qué?

-Un agujero negro, para acompañar la reivindicación del físico cuántico David Deutsch de la existencia de universos paralelos, porque desde el arte, yo también estoy en ese punto.

 -¿A qué punto te refieres?

-No entiendo por qué seguimos pensando que va a ser la ciencia la que nos va a aportar cambios sustanciales y fundamentales en la vida, si siempre lo ha estado haciendo el arte. Yo creo que el camino del arte es el camino de la continuidad y de la evolución y de la sociedad.