Mata a tiros al dueño de un taller de Vigo y luego se dispara en la cabeza

E. V. Pita VIGO / LA VOZ

A CORUÑA

Oscar Vázquez

El agresor, que está muy grave, tomó un refresco en un bar antes de actuar

18 abr 2015 . Actualizado a las 18:49 h.

El barrio de Lavadores anocheció ayer con un tiroteo que se saldó con un muerto y un herido de extrema gravedad. El dueño del taller de autolavado Cambeses, Ángel Rodríguez Pereira, apodado el gemelo de Cabral, fue asesinado ayer de un tiro en la frente que le disparó a bocajarro un hombre que irrumpió en su local en Vigo. Luego, este se disparó un tiro en la cabeza y fue evacuado en ambulancia al Hospital Xeral, donde permanece ingresado en la uci en estado de extrema gravedad. La policía aún investiga las causas del crimen del taller, pero creen que el agresor tenía algún tipo de desavenencia personal con la víctima.

El suceso ocurrió a las 20.45 horas de ayer en el número 331 de la avenida de Ramón Nieto, en el barrio de Cabral. La víctima residía en la cercana zona de Barreiros y su esposa corrió en bata al escenario del crimen. Estaba tendida en la acera y fue visto por los pasajeros de los buses urbanos que paran a escasos metros.

El agresor, del que al cierre de esta edición se desconocía su identidad, esperó pacientemente a la hora de cierre del taller. Minutos antes, entró en un bar situado cerca, se sentó en una mesa y pidió que le sirviesen un Nestea. Los camareros lo describen como un hombre de unos 50 años, con barbita, cubierto con una gorra gris y que vestía chaleco. Tras beber en solitario su consumición con total tranquilidad, se aproximó a la barra y preguntó al encargado si sabía a qué hora cerraba el taller de autolavado, que tiene la verja abierta al público. Cuando llegó la hora, se marchó y «cinco minutos después ocurrió el tiroteo», relata un testigo. No era un cliente habitual ni nadie lo conocía. Dudan de si llevaba una mochila y no vieron asomar ningún arma.

«Lárgate», le gritó al empleado

El desconocido se acercó al taller, entró y preguntó por el jefe. El único empleado, y también único testigo del crimen, asegura que el hombre llevaba un arma y les apuntaba. Mandó salir del establecimiento al empleado. «¡Lárgate!», le gritó. Luego le descerrajó tres tiros a Ángel R.P. en la cabeza. Murió en el acto y quedó tendido en la acera, junto al portalón de entrada del taller. Luego, el agresor se disparó a sí mismo en la cabeza dentro del negocio.

El empleado del taller, aterrorizado, entró en un bar cercano. Mientras le servían una tila, contó la versión de los tres tiros y del intento de suicidio del agresor. Poca gente escuchó los disparos. Enfrente del taller está la sede de la asociación cultural de Lavadores, donde se celebraba un concierto y quizá por eso nadie oyó nada. Tampoco en otro taller próximo.

La versión del asesinato y posterior intento de suicidio desconcierta a la policía porque no encaja con lo que sería un crimen por encargo ni un ajuste de cuentas, ya que el agresor habría huido tras disparar. Además, lo hizo a pie de calle, ante los peatones.

Por eso, la investigación no descarta que en realidad hubiese un tiroteo entre ambos, aunque el único testigo vio el suicidio. Otra posibilidad es que ambos tuviesen algún tipo de enemistad personal y que el asesino lo hubiese saldado así y luego se hubiese intentado quitar la vida porque estuviese «desesperado» por problemas económicos o sentimentales. La policía ve factibles varios factores y la identificación del agresor y su relación con la víctima facilitará mucho la investigación. Tampoco descartan un lío de faldas o una deuda.

Muerto sobre la acera

El dueño del taller, que cayó muerto sobre la acera, era muy conocido en el barrio de Lavadores y en Cabral por ser vecino de toda la vida. Él y su hermano José Antonio eran apodados los gemelos de Cabral y rondaban los 40 años. José Antonio tuvo problemas con la Justicia en el año 2009 cuando la Audiencia de Pontevedra lo juzgó como supuesto líder de una banda de traficantes de heroína. Por su parte, hace tres o cuatro años, Ángel montó su negocio de autolavado por el que pasaron varios empleados. Algunos vecinos dicen que el taller fue regentado por ambos hermanos pero luego José Antonio se marchó y, recientemente, había regresado al barrio.

«Ángel era muy buena gente», dicen unos conocidos del barrio. Si podía hacerte un favor te lo hacía», aseguró una clienta mientras observaba el cadáver.

La Policía Científica busca pistas

Agentes de la Policía Científica examinaron el interior y el portalón del taller en busca de pistas para esclarecer el crimen. Dentro del negocio había estacionada una furgoneta blanca. El cadáver fue levantado pasadas las 22 horas por la jueza de instrucción número 6 de Vigo en funciones de guardia. Los familiares, entre ellos el gemelo de la víctima, siguieron detrás de un cordón las indagaciones entre escenas de consternación. Una ahijada de la víctima reconoció el cadáver como el de Ángel. La calle se llenó de curiosos, muchos de los cuales conocían al asesinado por haber tratado con él, incluso desde la infancia. No se lo podían creer. Un posibilidad que manejaban los vecinos era un ajuste de cuentas.