«La Universidad y la Iglesia lo eran todo para Santiago»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

CIENCIA

Alexxander

Luis Castedo lamenta que se pierda talento científico por una mala política

25 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Luis Castedo es de la aldea marinera de Céltigos, en el concello de Ortigueira, pero lleva en Santiago toda una vida. Fue aquí donde estudió su carrera y donde se doctoró, y aunque pasó temporadas en Cambridge y Bilbao, es en la capital gallega en donde desarrolló su trayectoria académica, que le ha llevado a lograr numerosos galardones científicos, como el premio Galicia de investigación. Actualmente sigue en activo a sus 74 años, y aunque las restricciones económicas han llevado a la Universidade de Santiago a prescindir de los catedráticos eméritos, se mantiene como profesor ad honorem en la Facultade de Química.

Después llegó el posdoctorado en Cambridge y allí se encontró con un director insigne, el premio Nobel de Química Alexander Robert Todd, con quien mantuvo una relación muy cordial. No obstante, el primer contacto que tuvieron Luis y su mujer, que iban con un hijo y volvieron con dos, tuvo marcado carácter gallego. Al llegar a Inglaterra en barco, un operario dirigía la salida de los coches, «¡a ver carallo, veña adiante!», oyeron a voces. No fue el primer encuentro con gallegos, ya que el matrimonio que se ocupaba de la parte privada del college que dirigía lord Todd, también era de Galicia. La pareja había desaparecido y fue Castedo quien se encargó de averiguar su paradero y de encontrar a un matrimonio para sustituirlo.

Luis Castedo Expósito.

74 años.

Catedrático de Química Orgánica. Actualmente nombrado catedrático «ad honorem» en la USC.

«Porque aquí terminé mi carrera, aquí hice mi doctorado, y en esta facultad he pasado casi toda mi vida».

De Céltigos recuerda Luis cuando llegó la luz eléctrica, todo un acontecimiento en el pueblo, y tras estudiar un par de años en A Coruña comenzó Química en Santiago. «Fue surgiendo, me gustaban las ciencias, y la única carrera que había en Galicia era esta». No fue su primer título, ya que antes hizo Magisterio en A Coruña compatibilizándolo con bachillerato, pero no le dejaron opositar porque era muy joven. Llegó entonces la que se convertiría en su vocación, la química. Diecisiete jóvenes terminaron en el 62 la carrera, en el edificio que sigue albergando la titulación, aunque comenzaron en la actual Facultad de Historia. Fueron años con una vida sencilla y apenas sitios donde reunirse, «aunque ambiente sí había, porque la Universidad y la Iglesia lo eran todo para Santiago».

De sus años en Cambridge guarda grandes recuerdos, sobre todo por el nivel científico que había en sus laboratorios y la instrumentación que manejaban. Pero no solo de allí. Antes de regresar a Santiago y convertirse en catedrático estuvo en Bilbao, «fueron años muy agradables», y de hecho en el 2009 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Pública Vasca. En el 75 obtuvo la cátedra en Santiago y volvió a la que había sido su universidad. Ya no se fue. Dirigió el colegio universitario de Ourense pero sin ir a vivir a la ciudad de As Burgas. Científico y maestro de científicos, presume orgulloso de los investigadores que comenzaron con él y ahora son reconocidos a nivel internacional, como Mascareñas, Esther Domínguez, Saá, Guitián y muchos otros, «gente con gran talento que salió a formarse fuera». De hecho, es muy crítico con la política de reclutamiento universitario que deja escapar el talento y no valora a quien ha salido años fuera a investigar.