No hay confianza que resista una huelga de victorias

GRADA DE RÍO

27 ene 2015 . Actualizado a las 04:47 h.

Getafe fue la puntilla de Herrera. El equipo se entregó en una desidia inasumible y dejó al técnico del ascenso a los pies de los caballos. A merced de un Consejo que le había prometido amor eterno la víspera y lo ejecutó sin miramientos al amanecer. Al Toto hace semanas que los resultados le pasan factura. Y es ahora cuando cada una de sus decisiones tiene una lupa en la nuca. No porque sus errores se hayan multiplicado. Gestiona el equipo igual desde el primer día. Administra los cambios del mismo modo. Aporta soluciones tácticas con la misma frecuencia. Apuesta a ciegas por algunos jugadores. Comete los mismos aciertos y los mismos errores. Pero ahora no gana. Un día el palo se lo impide. El siguiente los errores en defensa le condenan. Y llega la eliminatoria de Copa. El punto de inflexión. Berizzo se equivocó con una alineación de circunstancias. Entregó el sueño íntimo de parte de la parroquia, consciente de que Europa era un tren perdido, a la consideración de trámite. Tuvo la vuelta pero tampoco arriesgó cuando el marcador y el crono alimentaban la heroica. Nolito se quedó en la cuneta para incomprensión del respetable. Y el gatillazo volvió a doler. Consciente de que se había agarrado a la liga, Berizzo dejó en Cornellá el síntoma de su miedo. Hizo la estatua en los cambios antes de apostar por el totobús que arañara el empate a nada. Y el castigo fue rotundo. Sus detractores afilaron los dientes. Sus benefactores pidieron un crédito de paciencia. Podríamos hacer una tesis sobre el juego del Celta. Y veremos, probablemente, que poco ha cambiado de aquel que ganaba casi por rutina al que ahora malvive atragantado. Getafe vuelve a cruzarse en un momento clave. No es comparable al que acabó con Herrera. El Celta tiene hoy puntos ahorrados suficientes para no llevar las alarmas encendidas. Pero lo es por la urgente necesidad de confianza que frene una inercia preocupante. Lo es especialmente para el Toto. Seamos francos. No hay confianza que resista a una huelga de victorias. Berizzo la necesita para afianzarse en su puesto. Y la necesita ya.