Balaídos brinda una ovación cerrada al técnico del ascenso

lorena g. c. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

La afición celeste demostró le su cariño a Paco Herrera

17 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

A la salida del túnel de vestuarios, ese por el que procesionó con el escudo del Celta en el pecho durante dos años y medio, Paco Herrera se encontró una ovación. Con el ritmo céltico sonando en altavoces y gargantas, la parroquia local comenzó a dar palmas en una ovación que se fue cerrando más y más hasta que al técnico catalán no le quedó más remedio que sonreír, devolver el aplauso como símbolo de agradecimiento y saludar a la afición. Una afición que parece que se ha ganado para toda la vida. «Claro que me he emocionado, no soy de piedra», confesaba el entrenador tras vivir su primer partido en Balaídos como visitante.

Por si la ovación no era lo suficientemente clara, Balaídos decidió recurrir a los cánticos para amenizar los instantes previos al partido. El grito de «¡Paco Herrera, lolo!» que el catalán escuchó en tantas ocasiones en el estadio celeste, resonó de nuevo. Era la forma en la que la afición céltica recordaba a Herrera que lo lleva en su corazón. Además, para ratificar que no era pose, tras el descanso, cuando el técnico se encaminaba a su banquillo, vivió una segunda tanda de aplausos.

El afecto, en tinta

No solo de viva voz recibió Paco Herrera el cariño de la afición celeste. También pudo percibir el agradecimiento en las pancartas que varios seguidores apostaron en las bancadas. «Benvido Paco», rezaba una en la grada de Marcador, y «Paco Herrera, el que nos subió a Primera», se leía en otra situada en Tribuna.

El afecto que Herrera recibió en su vuelta a casa no solo llegaron por parte de la afición. Los directivos célticos se acercaron al preparador para darle la bienvenida a la que es su casa. El técnico y su segundo, Ángel Rodríguez, también se mostraron muy próximos con los jugadores con los que compartieron vestuario durante su etapa en Vigo y con gente como Vlado Gudelj o el doctor García Cota, con el que compartieron instantes duros y momentos de euforia.

Paco Herrera comprobó de nuevo sobre Balaídos, donde disfrutó y sufrió como un celtista más, que su etapa en Vigo quedará en la memoria y en el corazón de muchos. Él fue uno de los que hizo posible que hoy el estadio vigués vibre al ritmo que marcan los partidos de Primera División.

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