Borrón en un guión ilusionante

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

El fútbol intenso y letal del Celta acabó nublado por el empate de la Real

14 sep 2014 . Actualizado a las 21:15 h.

La crueldad en grado sumo fue lo que ayer vivió Balaídos en el minuto 91 de partido cuando Jonny enchufó el esférico en propia puerta para que la Real Sociedad recuperase un punto. Fue un tortazo para los célticos, que vieron cómo el fútbol delicioso que fueron capaces de trenzar durante buena parte del encuentro se veía recompensado con un empate, después de haber desperdiciado contragolpes para celebrar el tercero.

El marcador fue la nota negativa de una noche en la que el Celta demostró que ante los equipos de la zona noble también puede exhibir su fútbol de calidad, de precisión y de ofensiva. Porque los de Berizzo enfrentaron un partido de pico y pala del que, más allá del último cuarto de hora, su juego salía vencedor. Unos últimos quince minutos que son el precio a pagar por el fútbol de presión extrema que plantean los vigueses, y que siembran la duda de si al equipo le llega el fuelle para soportar semejante descarga de energía durante 90 minutos.

Las ideas

La propuesta, clara

En la tercera jornada de Liga el Celta fue capaz de presentarse ante Balaídos y ante la Real como un equipo hecho. Un grupo que tiene perfectamente claro el fútbol al que juega y cómo conseguirlo. Pero también un equipo que sabe que a veces, para llegar al final del camino, hay que dar rodeos, amansar poco a poco al rival, y asestar la estocada en el momento preciso. Eso fue lo que hicieron los de Berizzo ante los donostiarras. Mantuvieron el tipo durante la primera media hora para ir ganando metros y juego hasta que el gol de Orellana ya inclinó definitivamente el partido. En la segunda, sin embargo, no lograron salir indemnes del acoso realista.

El método

La presión da sus frutos

Acoso y derribo. Ese fue el planteamiento de un Celta que asfixió a la Real a base de imprimir una presión agónica a su fútbol que fue apagando hasta la chispa de los donostiarras hasta anularlos en la primera mitad. Los célticos no dan un balón por perdido, y eso se traduce en la capacidad del equipo para recuperar el esférico y asumir el juego. Sin embargo, eso tiene un coste, el físico. Los vigueses acabaron exhaustos y achicando balones ante un rival que encaró la parte final más fresco, lo que le permitió salir indemne de la batalla.

La cara B

Aprender a sufrir

El fútbol primoroso no llega para ganar partidos, tal y como comprobaron ayer los vigueses. El juego excelso que propusieron por momentos y que se amparaba en intensidad, presión, solidaridad y sobriedad, no siempre basta. Por primera vez en la temporada los de Berizzo se enfrentaron con la necesidad de dormir el partido, y no fueron capaces de hacerlo. Bien es cierto que la Real acabó con toda la artillería sobre el campo y que la fortuna tampoco estuvo de su lado. A los célticos esa suerte tampoco les acompañó a la hora de matar las contras.