...saber, querer, sentir...

Óscar López Alba OPINIÓN

CDLUGO

16 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«……había unha lúa grande e precisa; Luis, Gabriela e mais eu falabamos nunha mesa das terrazas do Café do Centro. Desde que nos coñeceramos casualmente, unha semana antes, tódalas noites despois de cear reuniámonos naquela mesma cafetería para falar de soños.» (1).

Memoria de derribos es una novela de Miguel Anxo Murado. Entre realidad y sueños describe un Lugo que ya no existe o, al menos, existe en los sueños que tuvimos. Como a Gabriela, a mí y ahora, me importan los sueños que aún no tuvimos y debemos tener.

En Lugo han nacido un conjunto de edificios y espacios públicos que van a ser el escenario de esos sueños. Se habla sobre su localización, sobre su dimensión, sobre su coste, sobre su puesta en marcha. Yo no voy a hacerlo, hoy, aquí. Lo que considero mucho más importante es saber, querer y sentir lo que estos edificios nos ofrecen y al mismo tiempo las preguntas y los retos que nos plantean

«¿Como construír unha casa que ocupe maior superficie e espazo no seu interior que no seu exterior?» (1).

Un personaje de la novela se lo pregunta. Estimado Ramón Rei, lo hemos resuelto. Las posibilidades y horizonte que abren el MIHL, el Auditorio, la rehabilitación de la Cárcel o la Plaza y Mercado van más allá de nuestro pasado y nuestro presente y nos obligan a soñar un futuro imposible de encauzar con los discursos habituales.

El MIHL fue nominado al premio Mies Van de Rohe, probablemente el premio más importante, a nivel mundial, que se puede conceder a un edificio. El auditorio está actualmente, también, nominado.

El primero es un espacio tranquilo y sin tiempo. Un lugar capaz de contener toda la historia de la ciudad. Retumban los ecos romanos mientras espera que lo queramos y usemos como escenario. Una cueva contemporánea, única, que se recorre en silencio en torno a cilindros de luz, cilindros blancos y negros, cilindros de acero rojo y cristal.

El auditorio es un edificio urbano, poderoso en su exterior, sutil en su interior. Muestra lo que la arquitectura es y puede ser más allá de las ventanas y las formas de pensar obsoletas, pequeñas y tristes. El interior es luz, madera y vidrio. Espera ser el lugar donde se inician los sueños de jóvenes músicos y actores. Será un lugar soberbio para recibir a nuestras visitas.

La antigua cárcel tiene un interior único y rehabilitado con maestría. Una caja interior de madera que se descubre en su cubierta acristalándose para, desde esa nueva cafetería, ver la vida pasar o mejor aún construirla. Lo contemporáneo esperando a los vecinos. El mercado es una plaza pública cubierta donde manda el color. Arquitectura como telón en donde viven nuestros productos. Plaza esperando más actividades, músicas, productores, vendedores, compradores.

El recorrido por el Lugo del XXI no se acaba aquí, el CETIL y el CETAL son un feliz encuentro de edificios con usos compatibles. Piezas traslucidas y ligeras. Atmósferas para el estudio de nuestro recurso más preciado, el rural. En As Gándaras la nueva sede de Norvento es una obra magistral y al mismo tiempo trasladable a otros usos. Y así, podría seguir enumerando piezas.. Algunas de estas obras han sido proyectadas por arquitectos de fama mundial, otras por arquitectos de aquí. Pero todas tienen algo en común, deseo y ambición..

«…Construír é… un acto temporal, espacial… Habitar non. Habitar é un acto mental...» (1).

Pequeñas notas que tenemos que saber, para poder quererlos y para poder sentirlos como algo nuestro y único. La arquitectura nos está esperando, a nosotros o a otros. A esos otros no sé si los conoceré pero conozco a los que estamos y tenemos la obligación de dar respuesta a lo que tenemos. No hay excusas.

«...no tiene sentido dividir a las ciudades en estas dos clases (felices o infelices), sino entre otras dos: las que a través de los años y las mutaciones siguen dando su forma a los deseos y aquellas en las que los deseos, o logran borrar la ciudad, o son borrados por ella...» (2).

1. Memoria de derribos. Miguel Anxo Murado.

2. Las ciudades invisibles. Italo Calvino.