La larga tarde de los pañuelos

Carlos Melchor AL OTRO LADO

CDLUGO

28 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las despedidas suelen ser odiosas. Muchas lágrimas, un último vistazo antes de la separación y muchos recuerdos que fluyen a borbotones. Todavía no se han inventado las separaciones indoloras. El domingo se le dará el último adiós al tridente que nos ha llevado y consolidado en la categoría de plata. Aunque parezca irreal, después de tantos meses de idas y venidas, se van. O los echan. Bouso, Mouriz y Setién pasarán a la historia rojiblanca como los hacedores de algo de lo que los lucenses podremos sentirnos orgullosos. Una filosofía de hacer las cosas. Un trabajo en equipo, con mayúsculas, con roles muy definidos para obtener la fórmula del éxito. Con muchas más luces que sombras, que las hay. Ese perfil bajo que tanto les ha caracterizado también estará presente en su último viaje, ya sea fruto del azar o de vaya usted a saber qué. No se entiende la coincidencia de horario con el Breogán en su partido más importante de los últimos diez años. Y más tras un período en el que ambas directivas cuidaron este aspecto mediante el diálogo y la flexibilidad. Pero las televisiones y, en algunos casos, las instituciones de Madrid mandan. Existe un horario unificado por ser final de Liga y los cambios son más complejos que cuando se jugaba en el fútbol no profesional. Pero los actuales dirigentes se van a ir discretamente y en silencio, ante la que puede ser la entrada más paupérrima de los últimos tres años en un encuentro en el que nadie se juega nada. Es una pena que un día de homenajes que debiera pasar al recuerdo popular quede totalmente deslucido por la casualidad y la inflexibilidad. Lástima de insensibilidad madrileña.

Pero después de las lágrimas, no queda otra que otear el futuro. Se quiera o no, es la realidad que toca afrontar, con un nuevo propietario que tiene que sentir sobre sus espaldas el peso de la responsabilidad que supone, al menos, conservar el legado que hereda. Le tocará salir de las sombras del segundo plano para dar la cara y explicar con pelos y señales en qué consistirá lo que considera «un proyecto ilusionante». Se le pedirá coherencia, seriedad y trabajo denodado. No es poca cosa hoy en día. El dueño de la pelota la tiene ahora en su tejado.