En una temporada tan irregular de los rojiblancos, estos han encontrado, por fin, un lugar para fortificar sus aspiraciones: el Anxo Carro. Sus tres últimos partidos se han cerrado con victoria y certificado de permanencia, por tercer año consecutivo, en Segunda. De esta guisa, el equipo lucense agranda su leyenda y amplía la militancia en la categoría de plata. Gana en solera, como su afición, y desmitifica su leyenda negra, alimentada por sus agoreros, de la imposibilidad de mantenerse. A siete partidos del final de Liga, los 49 puntos logrados producen dos efectos balsámicos: uno, la inmediatez de asegurarse una plaza para la próxima temporada entre muchos grandes, y otra, alimentar livianamente el sueño de promocionar a Primera.
Para lograrlo, el Lugo resolvió con inusitada solvencia su final frente a una Deportiva con la soga del descenso al cuello. El electrónico resultó engañoso, porque hasta en el minuto 85 pudo Acorán meter a su equipo en el partido, con un remate alto ante José Juan, completamente solo, tras ganarle la espalda a Manu. Hasta entonces, el Lugo encontró dos remates fortuitos de Sergio Rodríguez e Iago para aprovechar sendos fallos del meta visitante Dinu. La infrecuencia de los regalos compensaron el control del juego de los de Setién, muy concentrados en defensa. No fue la Deportiva el rival temible de otras ocasiones; le faltó llegada ofensiva y le sobró bisoñez atrás. Hasta ahora, no está muy claro el techo de este Lugo. Todo dependerá de su grado de concentración en los siete partidos que restan. Que dan para todo o nada.