«Deixo recordos, moitos e bos»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

ZAS

ANA GARCIA

El párroco Pedro Zas Esmorís, que llegó a Vimianzo en 1972, deja atrás una vida de intenso trabajo

24 feb 2022 . Actualizado a las 08:37 h.

Pedro Zas Esmorís nació en el lugar de Aguiuncho, en Lestón (A Laracha). Por la que era la cuadra de su casa, hoy una sala, pasaba la raya que delimitaba el municipio larachés de Larín, ya en Arteixo. Una zona de límites. Tal vez por eso, aunque seguramente mucho más por conciencia social, este párroco siempre actuó un poco al límite de lo que hoy se ve con normalidad, pero que en los años sesenta y setenta era un poco revolucionario para un sacerdote: ponerse al frente de los vecinos y ayudarlos para conseguir obras y mejoras en sus localidades y en sus vidas.

Pedro Zas, que en abril cumplirá 80 años, acaba de obtener la renuncia canónica por parte del arzobispo. Podría seguir adelante, porque está en plenitud de facultades mentales, pero una pierna le ha dado un buen disgusto y necesita demasiado reposo. La baja, de finales del año pasado, ya se alargaría demasiado. Así que ahora le toca descansar en un centro de la Iglesia en Santiago, el mismo en el que, entre otros, está Fidel Fernández Bello. Son compañeros de promoción, celebraron los 50 años de sacerdocio en el 2014. Y problemas físicos los han llevado a un parón con el que no contaban, para disgusto de sus feligreses.

La vida sacerdotal de Pedro Zas ha estado ligada, desde 1972 -el año en el que llegó- a Cereixo y Carnés, en Vimianzo, y más tarde a Leis, en Muxía. Antes había pasado dos años de formación en Madrid, y desde finales del 66 estuvo de coadjutor en San Paio y Santa Baia de Castro, en Coristanco, justo antes del destino que ha marcado su vida sacerdotal.

Imposible resumirlo: «Deixo recordos, moitos e bos», explica. «Houbo moitas dificultades, e por moitas razóns», añade. «Estaba a cousa un pouco verde. Houbo que mover á xente para que espertara. Traballamos moito, e a cousa saíu ben», añade.

Muchos vecinos lo recuerdan con la carretilla, llevando el cemento para las pistas. Algunas aún están ahora como entonces. La primera misa que ofició en Cereixo fue el día del patrón, el 25 de julio del 72. La gran mayoría, en gallego, pese a la oposición inicial de algunos. Gracias a su empuje, y al de quienes le ayudaron de manera muy directa (uno de ellos, Xan García) fueron saliendo algunos proyectos. Por ejemplo, la concentración parcelaria (aunque tardó bastante). Formó la asociación de vecinos. Solicitaba subvenciones agrarias y con el dinero recibido los vecinos realizan las obras. Denunciaba en el púlpito a profesionales que se aprovechaban de los lugareños con pocos recursos, cobrando elevados precios por servicios profesionales básicos. Apostó por la cooperativa de mariscadores, fundando el Sindicato Libre de Mariscadores. Hoy, en la ría, el marisqueo está circunscrito sobre todo a las parroquias camariñanas, pero en aquella época los ribereños vimianceses, incluso los de Carnés, también se dedicaban al mar. Entre ellos, Pedro Zas, a quien era habitual verlo en medio del arenal remangado y con el cubo. A su gestión se debe la cooperativa de mariscadores Cabo Vilán.

También formó parte activa en la comunidad de montes Cures-Mouzo, y es socio de Neria desde los inicios, además de directivo durante muchos años. Su activismo traspasó fronteras comarcales, posicionándose contra el cementerio nuclear de la fosa atlántica, o contra la posibilidad de que Celulosas se instalase en Ponteceso. Gestionó la apertura de la escuela infantil, la primera, el arreglo de la iglesia y de su entorno. Viajó mucho: llegó hasta Japón. «Tivemos algún follón, pero a verdade é que fixemos moitas cousas aqueles anos», recuerda. Su hueco, muy grande, lo cubre, de momento, Eduardo Puga Vila, párroco de Camariñas, Camelle, A Ponte do Porto y Carantoña.